1) En El Cultural, editores y críticos de poesía responden a un interesante cuestionario. El editor Sergio Gaspar (DVD), habla de Postpoesía cuando se le pregunta por el estado de la poesía española.
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2) El poeta Vicente Valero, (Ibiza, Premio Internacional de Poesía Loewe) me hace esta entrevista en el suplemento La Mirada de Diario de Ibiza. Aquí todo el suplemento en PDF
Copio y pego:
Como un explorador solitario, Agustín Fernández Mallo (1967), gallego residente en Palma, se interna en la selva literaria en busca de nuevas formas, analizando tribus y proponiendo metáforas diferentes. Con una indisimulada tendencia a la tabula rasa, su obra poética y novelística está generando un fértil debate literario al que sin duda viene a sumarse ahora -y a multiplicarlo- su obra crítica. Acaba de publicar ‘Postpoesía’, libro con el que ha quedado Finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2009. Con aspecto de manifiesto y maneras de ensayo literario, este libro describe poco amablemente el mundo de la poesía española actual y se arriesga a decir cómo debería ser. Seguro que sus conclusiones despertarán el mismo interés que ya despertaron sus dos novelas -‘Nocilla Dream’ y ‘Nocilla Experience’-. Ahora sólo queda que, más allá del elogio simplón o el insulto fácil -siempre garantizados en la selva literaria española-, el libro sirva para originar nuevas reflexiones.
-Su libro ‘Postpoesía’ nos muestra un nuevo paradigma poético que parece convertir a toda la poesía española de nuestros días en una práctica autista y anticuada…
-Bueno, maticemos. No sé si la palabra anticuada es en la que yo pienso. Lo que propongo es que hay que articular metáforas que estén más en el pulso de lo contemporáneo, como han hecho las otras artes. De la misma manera que un artista plástico actual no niega a Rembrant, pero sí habla de lo mismo que Rembrant pero con un lenguaje actual, que contiene a todo lo anterior. Negar de dónde venimos es naif, además de imposible, pero de la misma manera también lo es negar que estamos en una época que necesita un lenguaje poético nuevo. Los temas, los campos semánticos, no cambian, son siempre los mismos, el cuerpo, la naturaleza artificial, el yo, las relaciones personales, etcétera, pero sí cambian las formas en que eso se articula a través de los diferentes lenguajes, en este caso el de la poesía con la palabra. Yo soy el primero en usar también formas clásicas, pero mezcladas con otras contemporáneas, sabiendo que me puedo quedar en ellas. Las metáforas también se gastan. Sobre todo, es usar todo lo que está al alcance de una persona que vive en un mundo contemporáneo. En cualquier cosa puede existir poesía, ya que, en mi opinión, ésta es un estado de la percepción, y no algo que está fuera del sujeto.
-La postpoesía denuncia «el mito de la tradición », aunque propone un uso de la tradición diferente, que viene a ser, si he entendido bien los ejemplos, el uso de la tradición que viene haciendo la posmodernidad desde hace algunas décadas.
-Digamos que toda época, cuando se solidifica, deviene en tradición. El peligro está en aferrarse a ella por conservadurismo estético. La posmodernidad hizo uso de las tradiciones a su manera, para imbricarlas en su discurso. La posmodernidad tardía, la actual, introduce a las ciencias, el consumo y las relaciones internautas como novedad estética que se viene a sumar a las anteriores. Lo que yo digo es que la posmodernidad tardía, por su propio espíritu es refractaria a cerrarse en tradiciones autistas. Su talante es coger lo que le interesa de todos los ámbitos de la creación, que pueden ir de la poesía clásica a la publicidad, a las ciencias, al arte contemporáneo o la cocina. Digamos que la «tradición» del presente es la ausencia de una tradición estanca. Lo que Bourdieu ha llamado «Altermodenidad». Desde luego, todo es dinámico, y cambiará en un futuro. Pero si la poesía no sigue al pulso de su tiempo se vuelve estéticamente reaccionaria, y eso me parece peligroso para ella misma.
-¿Qué puntos de contacto tiene la postpoesía con las artes plásticas y la música contemporáneas?
-Creo que bastantes. No tanto en la especificación formal del poema, que también podría, como en aprender de esas otras artes lo que tienen de tentaculares, de despiertas a todo tipo de influencias, de investigación continua. Por ejemplo, en música o artes plásticas, cada cosa nueva que se propone se somete a un análisis por parte de la crítica, y si realmente vale la pena, inmediatamente se acepta: se espera que el artista o el músico tengan ese talante. Es una actitud muy saludable que también ocurre en las ciencias. En poesía las inercias son mucho más grandes: se espera lo contrario, que el poeta no investigue mucho más allá que lo que le viene dado de cuna. Hay un peso de una tradición, una serie de tabúes, que hacen que se tarden décadas en aceptar los saltos, por importantes y medulares que estos sean. Para mí, esas otras artes, así como las ciencias, son un ejemplo de actuación, un espejo. Si me hubiera fiado de los criterios establecidos por el «consenso» poético español, nunca hubiera podido avanzar. A lo mejor mi obra no merece la pena, el tiempo lo dirá, pero, desde luego hay que intentarlo.
-¿Qué diferencia a la postpoesía del neovanguardismo y de la experimentación poética del siglo XX?
-Básicamente, la ausencia de un telos, de una teleología. El neovanguardismo contenía aún utopías, aún se creía que la poesía, así como el resto de disciplinas desarrolladas por el hombre, podían cambiar el mundo, ya que el concepto de tiempo era aún lineal, en justa correspondencia con el tiempo cristiano, es decir, de la Creación hacia el Apocalipsis… La postpoesía asume que la sociedad contemporánea es más bien una esfera en la que se mezclan muchos vectores temporales de direcciones y sentidos muy diferentes, de tal manera que no existe un tiempo lineal, sino rizomático. Y es lo que lleva a la postpoesía a no tener ansia alguna de cambiar el mundo, de materializar una utopía; no hay tiempo lineal, no hay «unidad de destino». Y eso lleva a otras muchas consecuencias, como que la poesía neovanguardista carece en muchas ocasiones de la capacidad de autoparodia que necesita hoy por hoy todo producto artístico para que nos parezca creíble, aquella poesía tenía una «misión», que, como tal, era muy seria. Lo que hoy por hoy nos parece ingenuo. La postpoesía carece de misión porque la propia sociedad carece de ella.
-¿Cuál es la función de un poema postpoético? ¿A qué tipo de lector se dirige?
-Eso es algo que desconozco. La función es la misma que la que siempre ha tenido la poesía: transformar algo en el lector con la palabra, pero sin que esa transformación se entienda como algo necesariamente catártico o muy trascendente. A veces es un segundo vivido, que nada cambia, casi nihilismo, pero se ha vivido, que no es poco.
-¿Qué significa la frase «el poeta sólo es un laboratorio más, como lo es un restaurante, un taller de chapa y pintura o una agencia de viajes»?
-Bueno, cuando se quiere ilustrar algo a veces se va uno a los extremos para que se vea mejor. Con eso lo que quiero decir es que hoy es tan artista un programador informático que crea algo realmente conmovedor como un artista visual o un poeta. Antes se creaba desde la erudición, en un modelo de creador típicamente romántico, hoy se crea desde la información.
-Su ‘Proyecto Nocilla’, ¿se trata de un proyecto postpoético?
-Pues en cierto modo sí. Sería una traslación de ciertos aspectos de la postpoesía a la narrativa. Para mí, mis novelas del Proyecto Nocilla son una mezcla de muchas poéticas, muchas disciplinas que atraviesan los espacial ylo temporal, y en se sentido beben del talante postpoético. Es más, para mí son poemas, aunque les llamen novelas.
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3) Hoy en Diario de Mallorca, Lourdes Durán me entrevista a colación de Postpoesía.
´Sólo respondo a mi creatividad, quien busque en mí a un líder se decepcionará´
Se le conoce por inventar el artefacto narrativo ´Nocilla´ del que se cuelan imitadores. Antes alumbró su teoría de la ´Postpoesía´ y con ella quedó finalista del Anagrama de Ensayo 2009
Agustín Fernández Mallo enhebra pitillos y mira el mundo sin aspavientos. Foto: Miquel Massuti
LOURDES DURÁN. PALMA. Un día como otro cualquiera se le escapó a un poeta, Agustín Fernández Mallo, «la gente no lee poesía». Lo decía porque él cree, y no es el único, que la española está cosida a la tradición sin abrir los ojos al siglo XXI. Tan cargado de estallidos de píxeles. Llevaba años royendo el hueso a un ensayo acerca de la postpoética que cinco años después le ha valido quedar finalista del premio de ensayo convocado por la editorial Anagrama. Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma será presentado en Literanta el día 23. Al amigo, poeta y de esbelta delgadez como él, Pepe Vidal Valicourt, le toca entrarle a las entrañas.
-Lógico me parece que un físico como usted hable de que «la poesía postpoética actúa por experimentación, en un laboratorio».
-La poesía universal ha sido un experimento. Mi tesis es que desde hace algún tiempo las grandes corrientes de la poesía española han perdido esa actitud de experimentar. Nos hemos acomodado.
-Reclama actitud, pero si algo hay en poesía es exceso de ´actitud´: malditismo, romanticismo, dadaísmo…
-Hoy en día no veo una actitud contemporánea. Si los dadás quedaron fue porque aportaron algo distinto a su tiempo y en su tiempo. Imitarlos hoy es manierismo. Si Rimbaud, San Juan de la Cruz, Baudelaire fueron geniales es porque fueron experimentadores. ¿Y ahora qué? La poesía del silencio, del yo, son categorías obsoletas. Se pueden tratar los grandes temas desde un punto de vista no beligerante y contemporáneo. Creo que hoy un poema de lo social hablaría de marcas publicitarias. Dicho ésto, me interesa recalcar que el término postpoesía no desdeña a los clásicos.
-¿Los asimila, los deglute?
-Tal como estamos hoy en esta postmodernidad tardía se mezclan Petrarca, eslóganes publicitarios, un verso tuyo. Vivimos en un tiempo no lineal, con miles de estéticas. No he hecho más que poner por escrito el reflejo de una sociedad occidental. Ha cambiado tanto que la política no la hacen los políticos, sino las marcas.
-Pone como ejemplo de poema, ´Haiku de la masa en reposo´. Leamos: E2=m2c4+p2c2, si p=0 (masa en reposo) E=mc2
Usted perdone, ¿pero sólo leerán poesía los físicos y matemáticos?
-Para ilustrar algo nos vamos al límite. Es una exageración para ilustrar que también podría haber poesía ahí.
-Ha quedado finalista del prestigioso premio de Anagrama con un texto digamos, por decir algo, extraño. ¿No cree que va a rebufo de su éxito como autor de la trilogía ´Nocilla´?
-No lo sé. El valor que tenga el libro está en sí mismo.
-¿Escribir en un blog es tener una actitud postpoética?
-Sí es actitud pero, ojo, no cualquier blog tiene actitud postpoética. El blog es un medio de la sociedad contemporánea pero depende de su contenido. Hay muchos casposos y reaccionarios.
-¿Cuál sería la actitud de poeta postpoético?
-Es hacer una lectura transversal de la sociedad y no desecharlos por tabúes que nos imponen ciertos cánones. Esa actitud la he encontrado más en los artistas visuales.
-¿Aplicaría su teoría a la narrativa española actual?
-No lo he teorizado. Mis novelas son claras en eso, están plagadas de lo que me influye. El proyecto Nocilla si tiene algún valor es por los hilos poéticos que contiene.
-Hoy muchos quieren ser Agustín Fernández Mallo… ¿No le cansa ser abanderado de?
-Aún me siento cómodo desarrollando esta estética. Quien busque en mí un líder se decepcionará. Yo respondo a mis intereses creativos. No he creado escuela, pero sí es cierto que recibo mails, manuscritos en los que se ve cierta estela de copias de mis novelas Nocilla. Yo sólo soy responsable de lo que firmo. Yo desarrollo mi estética al margen de las opciones.
-¿Tozudez con éxito?
-Hay que ser tozudo, pero con inteligencia y atento a lo que el mundo te dice. Creer en lo tuyo pero tener antenas, de lo contrario es muy soberbio. Yo sé que mi labor termina cuando acabo libros.
-¿Hay lectores para la «metafísica del píxel»?
-Se puede hacer también una metafísica del chicle. No es necesario recurrir a los mismos ejemplos metafísicos. Es hacer sujetos de poesía a otros objetos. Una persona reflejada en una pantalla de televisión mientras come cornflakes es un reflejo de metafísica contemporánea. Los anuncios de publicidad son poemas en veinte segundos. La sociedad ya no está preparada para ningún tipo de poesía porque es sociedad visual. Dicho esto, tiene más posibilidad de entroncar con ella la postpoética.
-Su insistencia en la ´Postpoética´ ¿no será un panfleto?
-Intento huir del tono panfletario y desde luego no es un manifiesto que, como ya sabemos, duran lo que duran los bolígrafos con que se escriben.