2ª parte de la conversación con Jordi Corominas, acerca de Limbo (en Número Cero)

Tras la primera parte, aquí va la segunda. En revista Número Cero:

http://numerocero.es/literatura/articulo/conversaciones-con-agustin-fernandez-mallo-2/2247

Copio y pego:

Agustín Fernández Mallo

Conversaciones con Agustín Fernández Mallo (2)

Publicado el 26.02.14
por Jordi Corominas i Julián

A veces pienso que ‘Limbo’ es la novela en la que has metido más carga de ideas.

Sin embargo en las otras había cientos de ideas, sólo que estaban en Polaroids, aisladas. Aquí quería hablar desde el yo de los personajes y necesitaba personajes más largos. No puedes exponer la psique de alguien con retazos, debes tener un desarrollo. Esas ideas se van entrelazando en la cabeza de cada uno y eso puede dar a entender que hay más teoría que en otros libros.

No creo que sea sólo teoría.

¿Ideas?

Sí que es teoría, pero el todo del libro desarrolla teorías a partir de una serie de ideas que has entrelazado más a lo bestia que otras veces.

Puede ser.

Las dos partes te daban la posibilidad de hacerlo. En la primera avanzan hacia el vacío, y los músicos están aislados en el estudio de grabación.

El aislamiento y los personajes solitarios me fascinan, debe ser el inconsciente porque también tiendo bastante al aislamiento. Me interesaba en la primera parte saber qué pasa cuando te aíslan, te despojan de todo y los lazos afectivos se cortan. De ahí el personaje de la secuestrada, que se queda a solas con su propio cuerpo, que es lo único que tiene, pero desde ese hecho hasta su relación con el cuerpo se altera.

Lo ves en las fotos, hasta en lo que come, el movimiento.

Y la sexualidad también debe cambiar. Nunca había oído un relato donde se hablara de la sexualidad de un secuestrado, y desde ese punto quise plantearme el reto de narrarlo.

Y ella se fotografía su vulva y cada día es diferente.

La idea de la mutación constante. Hay repeticiones complejas, llenas de matices, lo llamaría un realismo complejo. ¿A qué me refiero? Mi narrativa es profundamente realista, pero desde la complejidad, desde un mundo difícil, que está en red. Me he dado cuenta que en realidad pretendo, inconscientemente, es mostrar la realidad como te digo, desde un realismo complejo, un pensamiento en bucle, que se retroalimenta, horizontal, en red.

Está bien, porque ni es mágico ni nada por el estilo, la vida no es tan lineal como parece, la gente está demasiado acostumbrada a una idea de novela absolutamente decimonónico, una narrativa trillada ya conocida. La realidad se ha acelerado y debemos mostrarla de un modo distinto.

Cuando apareció ‘Nocilla Dream’ es posible que hubiera una necesidad no pretendida de dar un salto, de mostrar una serie de rupturas. La complejidad de entonces se ha asentado y ahora unas estructuras amasan todo aquello.

Has transformado tu propia estructura y ahora aquí casi mandas a paseo lo fragmentario, hasta ironizas con el tema.

Claro que ironizo. Hay mucha fragmentación en los discursos de cada uno.

La mente humana funciona así.

La retroalimentación del cerebro va de un punto a otro, establece conexiones. Hablar de obra fragmentada es un abuso del lenguaje, porque el cerebro no puede comprenderla. Pero eso insistía mucho cuando algunos periodistas no pillaban que ‘Nocilla Dream’ y ‘Nocilla Experience’ no serían nada sin los hilos poéticos que atraviesan los textos.

Hay conexiones constantes.

Claro, muchas veces decir que una obra es fragmentaria significa que no la has entendido.

También hay mucha palabrería en torno a la fragmentación, es una de esas bolas enormes que se montan casi por aburrimiento. Aquí hay esta ironía que al serlo tanto puede que algunos lo vean como una provocación por mezclar algo tan antiguo como el ‘Nuevo Testamento’ con un concepto supuestamente tan moderno como es el de fragmentación.

Pueden verlo como una provocación, pero si leen el libro verán que incita a pensar en el asunto. Si te fijas verás que hay otra cuestión, para mi fundamental a un nivel conceptual. La arqueología, memorística o de objetos, no es un lugar al que mirar con nostalgia, para recordar cómo eran las cosas: más bien lo contrario. Es un lugar que viene al presente, que es donde se reactualiza para construir la complejidad de tu presente. Una mandíbula de un neandertal vienen al presente, mezclándose con Google Maps, para de mi, para construir nuestro presente, no para ver cómo eran ellos. El tiempo no es una línea recta, es una especie de bucle donde está viniendo todo y se está actualizando a cada instante por antiguo que sea. Para mi tiene que ver con la idea más general de que la memoria no es un archivo, es una construcción siempre hecha desde el presente.

La activas desde el presente.

Y eso es fundamental para construir la complejidad de la que hablo. Todos estos personajes utilizan una arqueología cultural que les sirve para construir su presente.

Otra clave, que se intuye desde la mutación, es la búsqueda y la construcción de la identidad.

De una identidad compleja.

Todas lo son.

Claro, pero no toda la novelística la muestra.

Hay una parte donde se resume todo el tema de la identidad y la estructura, la parte de Artwork, de los dos músicos durante el proceso de creación del disco. Pierden tiempo sin perderlo, repiten rutinas pero al final saben que deberán encontrar una rendija que les proporcione una solución a su problema.

Una rendija insospechada e inopinada a partir de un artículo de Mengele. Así funcionamos. Quería mostrarlo desde una realidad orgánica que nos conduce por esos vericuetos sin ningún tipo de programación previa. Encuentran la salida por una esquina totalmente delirante, y en la realidad ocurre lo mismo.

Cuando graban el disco encuentran fácilmente un primer tema inédito porque el espacio es nuevo y les motiva una barbaridad porque el sonido del estudio es nuevo. Luego se adaptan y necesitan dar un golpe de timón para volver a contactar con lo insólito.

Limbo juega con esos elementos, también con la importancia del sonido, que nunca ha sido personaje de novelística, entre otras cosas porque es difícil describirlo con palabras. Ahí lo planteo.

En ‘Limbo’ está todo el rato presente.

Es algo que está ahí súper presente, desde el viaje hasta el estudio.

Y se busca el sonido del fin, algo que nadie sabe lo que es.

Y el personaje lo busca sin éxito porque desconoce que está en su interior. Va con él, pero no lo encuentra fuera.

De este personaje a los músicos cambia la concepción del sonido. El chico del viaje lo imagina, la banda lo ve en una pantalla con una serie de parábolas y oscilaciones que son una prueba de su irrealidad desde su abstracción.

Es casi imposible hablar del sonido desde lo concreto. Se puede hablar desde el sonido del fin o también con manifestaciones de segundo grado, cuando los músicos notan que los objetos del estudio se han movido. Sólo podemos abordarlo así.

Ya que estamos con los músicos me impactó el momento del libro donde dan con lo que buscan, y uno le pregunta al otro sus impresiones. A partir de esa pregunta surge un monólogo que alcanza hasta el final del libro.

Me gusta que me hables de eso porque nadie me había preguntado sobre ese punto de la novela. A partir del Juan, yo pensé que se llega, como bien dices, hasta el final.

Es como una confesión.

Se cuentan tantas cosas que al final queda lejos la pregunta de Juan, como si formara parte de otro diálogo.

Como si se hubiera ido de escena.

Al principio pensaba concluir esa parte con un “esto Juan es lo que pensé.” Preferí no hacerlo.

El lector atento debería entender que sigue el soliloquio.

Creo que sí.

Uno espera que a partir de la pregunta se formulen una serie de opiniones musicales que, en principio, nunca llegan.

Eso tiene que ver con el mecanismo poético, muy borjano, que es la utilización de la digresión como elemento estético, algo también muy presente en David Lynch.

Al fin y al cabo demuestra que la creación del disco es una excusa poética para desarrollar un discurso.

Sí, y unas teorías y un modo para poder desarrollar los personajes.

Y del soliloquio pasamos al informe del limbo y la sobredosis de información.

Que no se contempla desde una óptica negativa, sencillamente es un hecho, que toda esa información que nos rodea y se conecta casualmente con nosotros conforma nuestra identidad como otras cosas más cercanas. Esta información no la controlamos y nos construye.

Son mil y un artículos. El informe del limbo está muy relacionado con el prólogo donde hablas de Werner Heisenberg. El físico busca intuiciones y no sabe de donde vienen, y con la información actual pasa lo mismo.

Esa conexión nadie la ha señalado y me parece buena por contraste, porque es como antagónica. En Heisenberg esa especie de información que crea intuición aún es de un mundo moderno, no es un solaparse de informaciones globales, sólo de la propia física. En la actualidad esa información incluye todo. La diferencia está en los mundos, el previo a la Segunda Guerra Mundial, y el de hoy en día, que enlaza muchos campos entre sí.

Ahora me imaginaba algo bastante poético: el cielo como una muralla de papeles con información, saturando el espacio.

Un Google Maps de información, un espejo que no nos refleja exactamente, en el espejo hay mutaciones que nos construyen.

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