El sábado pasado un fenómenal despliegue en el suplemento ABCD sobre Perdidos (genial el mapa de la Isla). En red sólo se puede leer esto, de Andrés Ibañez, que comparto mucho o bastante. También había un texto de Jorge Carrión (que está en su blog y que pongo al final). Y también una crítica muy buena al Providence de Juan Francisco Ferré, por Juan Ángel Juristo. Y la reseña del desternillante libro, Mutatis Mutandis -hacia una herméneutica transficcional de las narrativas mutantes: del Propp al Afterpop (o «nocilla qué merendilla») de Javier García Rodríguez, editorial Eclipsados, reseña a cargo de Luis Alberto de Cuenca (que tampoco está disponible en Red)
«perdidos», la isla que piensa
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¿Por qué nos gusta tanto Perdidos? Somos
muchos los que nos hemos hecho adictos a esta serie después de superar
ese acto de fe que es la primera temporada (confiar en que la solución
del enigma creciente no será fácil y previsible), y también las aguas
estancadas de los episodios centrales de la segunda temporada, para
adentrarnos en la increíble tercera temporada, donde la historia crece
y crece en oleadas hasta un magnífico final, para luego comenzar a
desesperarnos en la cuarta entrega con la llegada de personajes nuevos
que no nos caen bien (un joven chino que siempre está de mal humor, una
pelirroja bastante antipática y un insoportable físico cuántico
tartamudo) y ponernos ya furiosos en la quinta con la definitiva
pérdida de rumbo de la serie, sobre todo por la casi completa
desaparición de los personajes principales, que son los que de verdad
nos interesan: Kate, Jack, Hugo, pero sobre todo Benjamin Linus y John
Locke. Y ahora nos queda la sexta y última temporada, en la que el
misterio se resolverá, por fin, y que será, como todos sabemos, una
gran desilusión. Y a pesar de todo seguimos siendo adictos a Perdidos,
una de las mejores series de esa Edad de Oro de las series televisivas
que fue el período de entre siglos.
la desilusión. ¿Que por qué
sabemos que será una desilusión? Primero, porque es lo que nos decimos
a nosotros mismos para que luego nos guste más. Segundo, porque la
serie comenzó a hacer aguas cuando en la cuarta temporada aparece el
tema irritante de los saltos en el tiempo, una especie de ruptura total
de las reglas del juego que complica la ya complicadísima trama hasta
efectos mareantes, y no digamos ya el tema, irritante al máximo, de
tirar una bomba atómica para destruirlo todo. Tercero, porque Perdidos
tiene una estructura narrativa formada por misterios que se amontonan
unos sobre otros en capas, y los misterios son tantos y tan complejos
que sería imposible resolverlos todos satisfactoriamente. ¿Qué es el
monstruo de humo negro? ¿Qué clase de «dioses» con cabeza de reptil
construyeron la isla y sus extraños templos? ¿Quiénes son «Los Otros»?
¿Es cierto que la isla es una especie de «caja» dentro de la cual, como
en la habitación de Stalker, uno puede encontrar lo que más desea? ¿Por
qué no pueden nacer niños allí? ¿Por qué casi todos los personajes
tienen problemas con su padre? ¿Por qué es necesario matar al padre
para ser admitido por la isla? ¿Existe de verdad una enfermedad
contagiosa en la isla? ¿Es la isla un ser inteligente dotado de
voluntad propia? ¿Quién es Richard Alpert y por qué no cambia de
aspecto con el paso de los años? ¿Quién diablos es Jacob y por qué
posee poderes sobrenaturales? ¿Es la isla el lugar al que vamos después
de muertos? ¿Es el paraíso? ¿Es el infierno?
espacio pensante.
El verdadero protagonista de Perdidos es la isla en sí, el maravilloso
escenario natural de Hawai, donde ha sido rodada íntegramente la serie.
«El espacio -escribe Frank Lestringant en su ensayo «Pensar por islas»
(Revista de Occidente nº 342)-, y más concretamente la topografía, es
una forma de pensamiento. De donde surge la siguiente paradoja: el
problema no está en pensar el espacio, es el espacio el que piensa».
Por eso la isla de Perdidos piensa por sí sola y, como el océano
inteligente de Solaris, hace realidad nuestras obsesiones y nos
devuelve nuestros errores, nuestros amores, los seres desaparecidos.
¿Es toda la isla un ensueño de Hugo Reyes, una creación de su mente,
tal y como le explica Dave con argumentos perfectamente lógicos y casi
concluyentes? Eso explicaría que Libby, la fantasía romántica de Hugo,
sea una enferma mental que se encontraba en el mismo sanatorio que
Hugo, y que Hugo sea capaz de hacer desaparecer, con sólo desearlo, la
cabaña de Jacob, el centro neurálgico y tarkovskyano de toda la mística
de la isla.
trampas. Pero esta clase de «claves» (hay muchas)
son todas trampas y, como las formas de un dibujo de Escher, se
cancelan unas a otras. La idea principal de Perdidos es que la realidad
no existe, sino que somos nosotros la que la creamos con nuestros
pensamientos. Pero la verdadera fascinación de la serie proviene de que
es imposible reducirla a un sentido, a una clave: aquí conviven todos
los sentidos, todas las claves. Este mundo no es incomprensible e
inabarcable por un exceso de misterios, sino por un exceso de
explicaciones.
¿Tiene algún sentido lo que sucede en la isla?
Ésta es la pregunta que los personajes (y los espectadores) se hacen
una y otra vez. Jack, el líder científico y racionalista, lo niega,
mientras que John Locke, el líder místico e iniciático, afirma que
todas las cosas que suceden allí tienen un propósito. Otro de los
personajes principales, el fascinante Mr. Eko, opta por una vía
intermedia. «No pido perdón, padre, porque no he pecado», dice de
rodillas frente al sacerdote en la impresionante escena de su
destrucción. «Yo no pedí la vida que me han dado. Pero me la dieron. Y
con ella hice lo mejor que pude». Situada en el centro de la serie (es
decir, el lugar más parecido al «final» en una estructura esférica) es
posible que ésta sea la solución más elegante que podamos esperar al
gran dilema de dilemas que es Perdidos. Cuya sexta y última temporada
comienza ahora. Disfrútenla. Namasté, y buena suerte.
ANDRÉS IBAÑEZ
**************
Personalmente, tras tantas capas sobre capas de enigmas en apariencia irresolubles, creo que cualquier solución final que intentase algo compacto y cerrado, me decepcionaría. Prefiero que no se solucione nada o casi nada. Todo lo que hay ya me resulta bastante sugerente por sí mismo.
El evidente paralelismo con el borgiano Jardín de Los Senderos Que Se Bifurcan, o con la teoría de Universos Paralelos de Everet III (padre del músico Mr. E, líder de la banda Eels, del que hemos hablado aquí ya muchas veces)
Coincido en que, de momento, la 3ª temporada es la mejor. Bueno, la que más me ha gustado.
Charlie, poor Charlie.
Por cierto, me ha parecido muy bueno el paralelismo que hace Andrés Ibañez entre Lost y el cine de Tarkovski.
TEXTO DE JORGE CARRIÓN (ABCD)
LA SEXTA DE LOST
LA SUPERESTRUCTURA DE PERDIDOS
“La muerte es la muerte”, dice Benjamin Linus –uno de los villanos
más complejos de la narrativa contemporánea– justamente cuando más
evidente se hace que en la isla de Perdidos la muerte no es
la muerte. Pese a que nos hayamos acostumbrado a los fantasmas y a las
resurrecciones, lo cierto es que la teleserie camina hacia su extinción
sin vuelta atrás. Una última temporada siempre es un cóctel explosivo
de Eros y Thanatos: deseo de conocer el desenlace y duelo incipiente
por lo que está a punto de no ser. Pronto desaparecerán los personajes,
parte del misterio o las vueltas de tuerca técnicas y argumentales;
pero pervivirá una forma de leer. Que se ha impuesto.
En lo que va de década, nuestras formas de lectura se han visto
modificadas sobre todo por dos plataformas de modelos: Internet (la
ventana, el clipmetraje, la búsqueda con palabra clave, el link, el
post, el comentario, el spam, etc.) y la telenarración (el videojuego,
nuevos formatos televisivos como el reality, las últimas teleseries
norteamericanas, etc.). Posiblemente sea Lost el ejemplo más
radical de esa nueva pedagogía de la lectura audiovisual, cuyos
vínculos se expanden de la telenarración a la red. Primero nos obligó a
pensar el presente de cada personaje en función de su pasado (los
continuos flashbacks de las cuatro primeras temporadas); después, de su futuro (los flashforwards de la quinta); mientras se sucedían los saltos temporales y la propia
isla se convertía en una máquina del tiempo. Primero nos hizo recuperar
las coordenadas del relato de náufragos en clave actual (el desastre
aéreo), para introducir pronto, con Los Otros y la Iniciativa Dharma,
la teoría de la conspiración y el relato post-utópico, apocalíptico y
fantástico (del búnker como psicotopos a Ben empujando el
engranaje del corazón de la isla, Sísifo posmoderno). Primero nos
acostumbró a ciertos protagonistas, para después despedirlos y hacerlos
regresar de múltiples maneras post-mortem. En paralelo, los capítulos
se convertían en pasadizos de acceso al laberinto internáutico de Perdidos.
Porque la isla se quedó pronto pequeña. No sólo la analepsis y la
prolepsis permitieron insertar en la lógica narrativa el afuera de la
isla, el propio argumento sacó y volvió a meter en ella a los
protagonistas. La suspensión del juicio, el pacto narrativo que propone
la teleficción de J. J. Abrams y su equipo coloca al espectador en un
nuevo lugar. Un lugar desde el cual éste puede procesar a ritmo de
vértigo un flujo brutal de información (cronológica, histórica,
pseudo-científica, biográfica), al tiempo que trata de llenar los
vacíos mediante fuentes externas (como los videos en blanco y negro de
Dharma en Youtube); pero que sobre todo reactiva el sentimiento de
estar participando en un espectáculo de magia. En Fringe se habla del Patrón para clasificar los procedimientos de las acciones bioterroristas y
paranormales que investigan los protagonistas. Es posible que sea la
teleserie heredera de Lost y que de ella haya aprendido que
el “patrón”, la estructura que van construyendo los guiones de cada
capítulo, tiene que ser suficientemente fuerte como para sobrevivir a
cualquier desorden y a cualquier vicisitud, con la obligada
superposición de nuevas líneas argumentales, nuevos personajes, nuevos
misterios, a cual más descabellado y fascinante. Si Los Soprano o Dexter tienen como pilares la energía magnética de sus protagonistas; si A dos metros bajo tierra y The wire se sustentan en la profundidad melodramática y realista de su protagonista colectivo; el secreto del éxito de Lost es su superestructura. Una superestructura capaz de hacer parecer como
verosímil, dentro de los límites de la ficción, una acumulación
monstruosa de acontecimientos. Que, además, ha sabido colonizar el
ciberespacio y devenir absolutamente global.
Las teleseries se adaptan naturalmente a los mecanismos de la red
social, porque su esencia es múltiple como la de Internet. No sólo en
los canales de difusión (páginas de las cadenas de televisión, páginas
de descarga, Youtube, página oficial); no sólo en las plataformas de
promoción (en la web de Héroes te puedes descargar los cómics, en la de Miénteme se puede jugar a detectar mentiras, en la de Fringe te remiten a una completa web de la empresa ficticia Massive Dynamic); sobre todo en la dimensión participativa. De la Lostpedia y la Fringepedia a las acciones de protesta y las presiones ejercidas para que una
teleserie sea reanudada, pasando por la subtitulación altruista, los
fans se movilizan para difundir y ampliar el sentido de las obras que
consumen pasionalmente. Son los apóstoles del siglo XXI. Se está
acabando la época en que los medios de comunicación generan los temas
de interés (como está ocurriendo con el e-book), ahora son los fans (es decir, cada uno de nosotros) quienes generan los núcleos de atención. El caso de Lost es en esto también ejemplar, hasta el ridículo. Durante las últimas
semanas se han sucedido los reportajes que daban vueltas sobre la misma
ausencia de información, sin aportar ni un solo dato sobre los
contenidos de la sexta temporada. Los periodistas han llegado a Hawai
obligados por los fans. Por la gran conversación que éstos han generado
alrededor del planeta Perdidos y que amenaza con invadir el sistema solar.
Lost, qué maravilla de serie. Para mí, últimamente, la mejor junto a Los Soprano (y qué libro tan bueno el que han hecho sobre estos últimos en Errata Naturae). El especial de ABC (sin duda el mejor suplemento, lo siento por los demás) del sábado es para conservar y una pena que no salga en la red: los artículos sobre Lost, los artículos de Jordi Carrión, Ibáñez, Fresán sobre Salter, la reseña sobre el Providence de Ferré -qué novelón-, y la reseña de Luis Albero de Cuenca del libro Mutatis mutandis (tendré que leerlo porque las noticias en la red son todas muy buenas). Agustín, te felicito por tus libros. Y por este blog del que tanto aprendo. Haces, además, una gran labor hablando de otros autores españoles.
Enhorabuena.
María José
Muchas gracias, Mª José, por lo que dices. Yo no vi ni un solo capítulo de Los Soprano, así que no puedo decir nada, pero, claro, me consta lo buena que es la serie por lo que dice todo el mundo y amigos. Una vez, en el año 2002 vi en una revista a 3 tipos, bajo, guitarra y batería, y ponía, The Sopranos. Pensé que era un grupo y me gustó mucho el nombre. Supuse luego que se refería a la serie. Pero no lo sé, a lo mejor hay un grupo así llamado. Mira, ahora acabo de acordarme de eso.
Un saludo
Supongo que, como tus libros, Lost muestra una complejidad rizomática a la que no estamos acostumbrados ni en literatura ni en televisión. No son aptos para los que quieren que se lo den todo hecho, a los que esperan un sólo planteamiento, nudo y desenlace. En ambos casos se alejan de las historias convencionales en la que se le permite al lector/espectador fantasear con lo que va a suceder después (aquí es casi imposible acertar), y eso a unos les desconcierta y a otros nos fascina. Varios planteamientos, infinidad de nudos y ya veremos si hay desenlace para todos ellos. Yo esta noche estaré pegada a la pantalla. Aunque me han gustado mucho algunas series, ninguna me ha enganchado como esta en años, creo que desde Twin Peaks en los 90.
Una vez leídos los 3 Nocilla, Carne de Pixel y Joan Fontaine, ahora paso a Creta, Lateral travelling. Y, con tu permiso, extraigo un poema de Joan Fontaine para mi blog. Un saludo
Hola Natalia, gracias. Buenas fotos en tu blog con Julián y Jorge. Sí, claro, pon los poemas que quieras, un honor.
Twin Peaks. Qué buenísima. Maestro Lynch.
Suerte con Convergentes
Casi totalmente de acuerdo con los textos de Andrés Ibáñez y Jorge Carrión. Y al igual que tú, Agustín, espero que no haya un final “aclarador”.
Ahora bien, dentro del listado de cuestiones que enumera Andrés hay una que pondría como pilar y que básicamente atañe a los “personajes pilares”: tanto Jack, Sayid, Hugo, Jin, Sun, Sawyer, Kate, Locke, Ben, Charlie, Ana Lucía y Michael (y también otros personajes más periféricos) tienen un enorme conflicto con el padre, padrastro, la madre o con hermanos y hermanastros, según los casos. De alguna manera todos ellos son unos parias dentro del concepto de la familia. Cada uno de ellos transporta un exclusivo equipaje emocional tan pesado que ni un avión (excepto Ben Linus, que llega por submarino) puede con tan tremenda carga. Ya se que el avión cae por los efectos de un descomunal campo magnético pero aunque ése imán no hubiese estado ahí no había manera de transportar a puerto seguro toda esa humanidad afectada.
El avión, cargado con toda ésa química existencial, como un tubo de ensayo, se parte en varios trozos, y todo el contenido se desparrama en una no menos (superficie)“cargada isla” (si tenemos en cuenta que Benjamin ya estaba ahi) y como es de suponer se desencadenan reacciones que obviamente están condicionadas por la naturaleza emocional de los parias familiares.
Y como en toda reacción, desconocemos la mecánica esencial que la genera. Sabemos que con H y O se obtiene agua pero todavía no sabemos porqué o cómo pasa. Sabemos pero no conocemos. Con los misterios sucede lo mismo pero para que parezcan más “reales” los juntamos con verdaderas emociones.
Lo interesante es ver lo que pueden tardar en llegar a comunicarse (si es que al final sucede) los unos a los otros sus mutuos equipajes emocionales, cosa que no sucede así con el espectador, que gracias a los flashbacks disfruta de un “exclusivismo voyeurístico del las almas” muy a priori, aventajándose sobre las constantes dudas, miedos y temores de los personajes.
Digo todo esto porque veo todos los misterios de la isla como, en su mayoría, expresión, proyección o representación de esas emociones o conflictos internos, humanos. Es decir que no veo para nada a la isala como el protagonista o espacio pensante, o con vida propia. Veo la isla como una pantalla, vacía, en todo caso un contenedor sometido a los caprichos de la mente, el corazón o las tripas de quien la pulula. Por eso pienso que la isla no es que aparezca o desaparezca, sino que la “hacemos” detectable o no.
Ya para terminar veo a la isla, en todo caso, como un portaviones (no acabo de reconocer en el mapa que se mencionen los otros dos aviones más que también finalizan su existencia en la isla, más el avíón réplica que escenifica el “accidente” en el fondo del mar). Me recuerda al USS Nimitz en la película “El final de la cuenta atrás”: un portaviones contemporáneo que se “extravía” repetidas veces en el pacífico, para aparecer en plena segunda Guerra mundial.
LM
Hola Luis, interesantísimo comentario:
"Ya sé que el avión cae por los efectos de un descomunal campo magnético pero aunque ese imán no hubiese estado ahí no había manera de transportar a puerto seguro toda esa humanidad afectada.
El avión, cargado con toda esa química existencial, como un tubo de ensayo, se parte en varios trozos, y todo el contenido se desparrama en una no menos (superficie)“cargada isla” (si tenemos en cuenta que Benjamin ya estaba ahi) y como es de suponer se desencadenan reacciones que obviamente están condicionadas por la naturaleza emocional de los parias familiares."
Al hilo de lo que dices, una de las cosas, para mí, fundamentales en Lost, es el asunto de la redención. Según Dicionario RAE:
Redimir:
(Del lat. redimĕre).
1. tr. Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio. U. t. c. prnl.
2. tr. Comprar de nuevo algo que se había vendido, poseído o tenido por alguna razón o título.
3. tr. Dicho de quien cancela su derecho o de quien consigue la liberación: Dejar libre algo hipotecado, empeñado o sujeto a otro gravamen.
4. tr. Librar de una obligación o extinguirla. U. t. c. prnl.
5. tr. Poner término a algún vejamen, dolor, penuria u otra adversidad o molestia. U. t. c. prnl.
En este sentido, sería como una purga que pusiera el conflictivo pasado de cada uno de los personajes en paz consigo mismos.
"Redención", tu lo has dicho… aunque para éllo se necesite una bomba atómica.
LM
Sobre el hueso de la trama, una idea:
la primera vez que salió algo del magnetismo en la serie, en aquel sótano de la tecla del ordenador, se me fue la cabeza a al origen de aquéllo: esa isla es un cementerio de resonancias magnéticas, un lugar donde, a modo de gran basurero tecnológico agrupan los imanes de máquinas desfasadas para el uso clínico habitual, con el resultado de que el campo que se genera es tremendamente poderoso, teslas y teslas de energía. Una especie de CERN involuntario, vamos, lo que sería la lluvia ácida a las centrales térmicas pero en versión fuerza magnética.
Y luego Ballard lo desarrolla.
Un abrazo Agustín
Addendum: lo del CERN lo decía por los saltos temporales de la serie y la relación con Flashforward, Higgs y toda la mandanga.
Al final voy a meter a Eels y no era mi intención, pero bueno, sería collonut como autor para la banda sonora del último capítulo.Algo así como My timing is off del Hombre Lobo:
She knows that it’s real
But the situation doesn’t fit
I know what I feel
And I know that this is really it
The thing it’s all about
And I don’t have a single doubt
(http://www.youtube.com/watch?v=N0ZgZit_k1I)
Ja, Jordi, cementerio de resonancias magnéticas. Puede que antes de ser isla perdida fuera la sede central y fábrica de Siemens para todo Oriente. En realidad, Siemens significa Perdidos en un antiguo idioma de la polinesia. Juegan con nuestro desconocimiento.
Es uno de los mejores post que he leído sobre esta serie que tan perdidos nos tiene y tanto nos engancha. Se resuelvan o no todos los conflictos-misterios que hay sin resolver, de por sí ya es de lo más interesante, sobre todo porque ha supuesto una revolución en la forma de narrar.
Luisa Tomás
http://lopensaremanana.blogspot.com
Lost es una serie inteligente y ambiciosa, porque combina, con indudables destreza y éxito, una variedad de géneros y recursos narrativos en un mismo cóctel capaz de despertar el interés en un amplio abanico cultural y psicológico. Como todas las obras maestras, actúa a todos los niveles perceptivos: del inmediato-instintivo-primario, hasta el sofisticado-intelectual-discursivo.
No solamente es ambiciosa en su formato, y en su multiplicidad de tramas y niveles de significado enhebrados, sino también y especialmente en su tema, que no es otro que el significado de la vida humana y el lugar de la consciencia en el universo. Como las obras de Kafka tiene ese inquietante regusto a dejavu incomprensibe: "no entiendo bien lo que pasa y porqué, pero sé con total certeza que en cierto sentido profundo esto es lo que nos está pasando a todos". Nos habla de la perplejidad ante el universo donde hemos ido a "caer" (como el vuelo de Oceanic) y nuestro incomprensible papel en él, y la tragedia principal: la de unos seres perceptivos, que se saben por naturaleza parte de un misterio más amplio que los engloba, aparentemente con un propósito final, pero del cual nunca podrán tener conocimiento satisfactorio.
Aparentemente la isla es un lugar de castigo y/o redención para unos personajes que deben "pagar" o resolver conflictos pendientes. Pero la redención no es posible, porque los conflictos vitales (inter)personales de los protagonistas no son mas que un epifenómeno del conflicto principal: ¿DONDE ESTAMOS? ¿POR QUE ESTAMOS AQUI? ¿QUE DEBEMOS HACER? cuestiones que se puede plantear cualquier persona acerca de su mera existencia.
La idea de Lost como Física cuántica ::::::
No tengo ni puñetera idea de Física pero hablando con Usue sobre Lost apareció esta suposición. -Entender Lost como una propuesta cuántica- esto, puede estar bien.De esta manera puede resultar divertido entender el serial. Así pues, sería entender Lost como un diálogo entre Argumentos de la física clásica discutiendo con argumentos más cercanos a las especulaciones de Heisenberg arraigados a los conceptos de la Física más moderna.
La física cuántica Surgió a lo largo de la primera mitad del siglo XX en respuesta a los problemas que no podían ser resueltos por medio de la física clásica.
"FOzando" por intenet he encontrado estas cosillas:
La física cuántica, también conocida como mecánica ondulatoria, es la rama de la física que estudia el comportamiento de la materia cuando las dimensiones de ésta son tan pequeñas, en torno a 1.000 átomos, que empiezan a notarse efectos como la imposibilidad de conocer con exactitud la posición de una partícula, o su energía, o conocer simultáneamente su posición y velocidad, sin afectar a la propia partícula (descrito según el principio de incertidumbre de Heisenberg).
Según la Física Clásica, la energía radiada por un cuerpo negro < entiendase como locke o jacob?>, objeto que absorbe toda la energía que incide sobre él, era infinita, lo que era un desastre… < para mi locke es un verdadero desastre>. Esto lo resolvió Max Plank mediante la cuantización de la energía, es decir, el cuerpo negro <Locke> tomaba valores discretos de energía cuyos paquetes mínimos denominó “quantum”. Este cálculo era, además, consistente con la ley de Wien (que es un resultado de la termodinámica, y por ello independiente de los detalles del modelo empleado). Según esta última ley, todo cuerpo negro irradia con una longitud de onda (energía) que depende de su temperatura. < locke en la presente temporada se escusa después de haber montado el pollo en el templo diciéndole al tan venido a menos Ben algo así como…
-"siento que me hayas tenído que ver de esta manera".
también es muy interesante este articulo, que me he encontrado y que me ha ayudado a entender las suposiciones de Usue:
http://www.tendencias21.net/La-fisica-cuantica-arroja-una-nueva-vision-de-los-procesos-sociales_a1239.html
Según lo visto en el último episodio, no me parece nada descabellado que J.J. Abrams decida terminar la serie proponiendo el inicio de una nueva serie, me explico. Me gusta pensar en la probabilidad de que después de seis temporadas y… una vez consumidas otras tantas horas de tácticas transmediáticas de todo tipo, lost desencadene en el comienzo de una serie al uso, no sé que me gusta más! si como un culebrón o como una sitcom -una slap movie- bueno…creo que cualquiera de las dos maneras nos haría reir un rato. Dejarla rodar… y establecer Lost como una serie en plan Santa Bárbara o por lo contrario el otro extremo, tratado un lost en plan Cheerss, sería para sacarse el sombrero y lo digo totalmente en serio.
De hecho, el dibujo que se traza en este último capítulo enmarca a todos los personajes de la isla en una viñeta bastante L.A, que me hace pensar en todo esto que os confieso.
Peor al mismo tiempo estas escenas sin sombras me recuerdan a una posible Sensación de vivir de segunda Generación. De hecho hay un rumor en el que se sitúa a D.LYnch como creador de varios capitulos de la serie de adolescentes -tendré que investigar- Si fuese así, no me parecería tan alocado viendo sus conocidos acercamientos filmicos a zonas residenciales la capital de los Angeles. "
…dar luz, como dice Valéry, “supone de sombra una lúgubre mitad.” Gilles Deleuze, Estudios sobre cine. De ser así nos situaría una serial Physco.Killer bastente potente, interesante pero; a mi, no me emocionaría tanto. Es evidente la herencia directa de Lynch sobre JJ. Pero… -otra vez pero_ ya os digo, para mi lo más interesante sería apostar por dejar ROdar como un serial al uso, uno más.
La influencias existen a mi la serie the Prisioner de los 60 me parece en momentos un calco -y que actualmente la Amc ha realizado un remake-
Aquí el Link directo al antiguo serial ::::::: http://www.amctv.com/originals/the-prisoner-1960s-series/
Es muy interesante los planteamientos que barajan los articulos de Andrés Ibañez y Carrión. Yo siempre comento esta anécdota respecto a LOST:
-Cuando voy por la calle y veo una camiseta o un parche de LOST, justo momento es cuando me cosco que LOST es una serie. Más tarde olvidado el parche o la camiseta, vuelvo a entender LOST como parte de una verdad.
José Ramón, me gusta esto: "Aparentemente la isla es un lugar de castigo y/o redención para unos personajes que deben "pagar" o resolver conflictos pendientes. Pero la redención no es posible, porque los conflictos vitales (inter)personales de los protagonistas no son mas que un epifenómeno del conflicto principal: ¿DONDE ESTAMOS? ¿POR QUE ESTAMOS AQUI? ¿QUE DEBEMOS HACER? cuestiones que se puede plantear cualquier persona acerca de su mera existencia."
Hay que pensarlo.
Vicente, muy interesante eso de un Lost crepuscilar mutado en Cheers, yo si fuera su creador, haría eso, sin duda, la digresión como elemento estético me apasiona. Lo de la cuántica: extravagantes paralelismos que, admito, paracen bastante verosímiles; bien por Usue. La primera vez que vi a alguien con una camiseta de Lost por por la calle, me impresionó sin que yo supiera por qué. No es como ver a alguien con una camiseta de Nirvana o de Peret, o de Ronaldo o de El Equipo A, parecía como si la serie Lost se hubiera trasladado al mundo "real". Y no sé el porqué de esa sensación.
Luisa: sí son buenos Carrión e Ibañez.