24
Oct 12

Libros: Moga, Gámez, Feal, Neuman, Salmón, Lozano

El Desierto Verde (Editora Regional de Extremadura), Eduardo Moga. La cuidada edición de autor, manuscrita y de limitados ejemplares, que de este poemario el año pasado publicó El Gato Gris, ve ahora la luz en edición regular. La experiencia de este poeta barcelonés en un singular paraje extremeño. Verso y prosa; certero y complejo en su cristalinidad. Moga dice cosas como: "No sé lo que emerge/salvo que esa ignorancia es la realidad./ Este lugar era blanco/como las espinas de la luz." Pero también dice: "La casa es de piedra. Aquí guardaban el grano y los animales (...) Ahora abrimos tretra-bricks y comemos platos precocinados, resucitados por el microondas, junto a esta traza neolítica". Un lujo, este libro.

Artefactos (Sloper), Carlos Gámez, IX Premio Cafè Món. Buena novela en la que a través de ciertos resultados de la física cuántica –convertidos en paradoja no del todo resuelta-, se plantea el futuro del humano y la máquina como relación problemática pero no moralista. Una interesante reflexión acerca de la adicción como oculto motor no de las sociedades sino del Tiempo.

Yo, Profesor, Me confieso (Narrativa Alfar), Carlos Feal. La portada del libro ilustra el propio título de esta magnífica colección de relatos escrita por este profesor de la universidad de NY: el momento en el que, acompañado de su primera esposa y de su hija, llega a Nueva York a bordo del buque Queen Mary, julio de 1966, para fijar en ese país su residencia para siempre. Funcionando como unas memorias fragmentadas, el libro nos da momentos, fotogramas, de una estancia de más de cuarenta años en los Estados Unidos. El mundo académico, personal y de infancia va trabando una sustancial coreografía -entre reflexión y jugosas anécdotas-, en la mejor tradición intelectual norteamericana vista desde la óptica de un nacido en España.

Hablar Solos (Alfaguara), Andrés Neuman. Este libro aún no lo he terminado, pero pronto la haré. De momento, me gusta mucho. El autor confecciona un relato breve pero muy intenso, en el que el tema de la muerte de un ser querido y las transformaciones que ese proceso pone en marcha en el entorno, son una constante. Aborda sin complejos ese asunto, en el ámbito familiar, y eso pasa por el tema capital: la muerte y la resurrección de los cuerpos en tanto también son memoria –o están a punto de serlo-.

Medusa (Seix Barral), Ricardo Menéndez Salmón. A partir del encuentro fortuito de una película, de mala calidad y sin sonido, en la que presos judíos van cayendo víctimas de fríos disparos en la nuca en un campo de concentración nazi, el autor se pregunta quién está tras la cámara, qué ojo filma todo eso, y encuentra a Prohaska. En ese momento el narrador se lanza a reconstruir la vida de este camarógrafo del Régimen, peripecia que le llevará de Alemania a Mexico o España. Una interesantísima investigación acerca de un tema tratado en las anteriores novelas de Menéndez Salmón: el Mal como categoría filosófica, que de pronto se encarna.

2)

Me llega esta información de literatura infantil, que me ha parecido muy interesante:

La vela que no se apagaba y otros misterios con solución, con ilustraciones de Alba Marina y texto de Antonio Lozano. Cuenta la estupefacción entre la comunidad científica y el revuelo entre la gente de a pie que causa el descubrimiento encadenado de elementos tan descontextualizados como una galleta caliente en el Polo Norte o un piano perfectamente conservado en una gruta de Perú.

Más información aquí:  http://www.abuenpaso.com


22
Oct 12

Crítica de "Yo siempre regreso a…" y "Antibiótico" en Cultural ABC y en La Bolsa de Pipas

-Esta estupenda crítica de los dos libros, a cargo de Luis García Jambrina, en El Cultural del ABC. (para leer, pinchar sobre la imagen):

-Además, Antibiótico, por tercera semana en la lista del Cultural del ABC

en lista del Cultural del ABC

-Y, Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus, tras haber estado en el puesto 2, y bajar y volver a subir, y etc, ahora, tras 7 semanas en lista, de El Cultural de El Mundo, en el puesto nº8

lista de El Cultural de El Mundo

-También, esta buena crítica de, Antibiótico, en La Bolsa de Pipas, a cargo de Álvaro Muñoz Robledano (no aparece on-line, así que he tenido que pedirla a la revista. Copio y pego):

THE TWILIGHT ZONE
Agustín Fernández Mallo
Antibiótico

Madrid, Visor, 2012

101 pp.  10.00 euros

Recuerden el aforismo: cuando el dedo señala la luna, el tonto observa el dedo. No han pasado dos semanas desde que me vi en una de esas fabulosas tertulias de terraza, mojito y chanclas en las que algunos, todavía, piensan que está la literatura. Salió a colación Antibiótico, y fue opinión general que contenía algunos fragmentos en verdad hermosos, que algunos versos eran muy buenos. Utilicé la infalible excusa que suponen mis tres hijos y me largué de aquel sitio en el que se maltrataba la hierbabuena y se confundía la poesía con el tocino entreverado. Perseguir versos afortunados, extraerlos de la veta del texto como se extrae oro del légamo, puede resultar una noble ocupación para admiradores de Pereza o devotos de San Nick Hornby. Pero aceptar una propuesta de lectura como la que Fernández Mallo lanza en este poema precisa de otros mimbres. No necesariamente mejores, que en estas, como en tantas otras, cuestiones, cada cual barre para casa y esto de la poesía, como recordaba Biedma, se asemeja mucho al vicio solitario.

No es la primera vez que Fernández Mallo se coloca a sí mismo en el centro de un experimento cuyas condiciones ambientales han sido férreamente controladas. Puede el lector recordar la proyección constante que dio lugar a Joan Fontaine Odisea o, más cercano a la costumbre, sus escritos en blog durante su viaje a Estados Unidos. En esta ocasión, la descripción de las condiciones previas, imprescindibles para atestiguar la validez del experimento, sitúan a Fernández Mallo lejos de cualquier intervención directa de un hecho cultural ajeno. No hay más contexto para Antibiótico que la escritura del poeta, la retroalimentación consciente con los estadios anteriores de sus poemas, la carga que una proposición teórica suficientemente asentada y explícita puede suponer. Pero Antibiótico no es (tan sólo) una revisión, un inventario actualizado de una manera de escribir; es, por sí mismo, un punto de inflexión para todo aquel que lo abra, si es que reúne ánimo y valor suficientes para aceptar que lo poético no es “algo” (¿texto? ¿suceso? ¿convención?) aislado de la realidad cotidiana, algo reconocible a distancia, incluso cuando no se entra en ello. Siempre he creído que lo poético es un modo de percepción, y el lenguaje poético, un poco como Jakobson, una alteración de las relaciones normales entre elementos lingüísticos. No hay una realidad poética; hay una decisión de activar mecanismos. Los límites del lenguaje de Wittgenstein son los límites del mundo de Wittgenstein.  La incorporación de nuevos registros al corpus poético habitual amplía nuestras posibilidades de recepción. Y hoy no podemos dar la espalda a la ciencia; ya no, aunque en España nos emperremos, (nos emperren, por decirlo con exactitud) en mantenerla oculta y empobrecida. La física, las matemáticas, la biología y las tecnologías que de ellas surgen han conformado un paisaje vital al que la poesía empieza a asomarse ahora, con notable retraso con respecto a las demás manifestaciones artísticas (el aviso, muy ajustado, es del propio Fernández Mallo). Como en la serie de televisión que Rod Serling concibió y con cuyo título me he atrevido a encabezar esta nota, el poeta Agustín Fernández Mallo va añadiendo nuevos territorios no inexplorados sino, en sentido estricto, inexplotables; territorios formados en la intersección de experiencias distintas, también de niveles distintos en una misma experiencia, de sensaciones que bailan como el ruido blanco en la pantalla de un televisor. Nuestra es la opción de saber acerca de él o ignorarlo por inconveniente. Cuando Witgenstein se percató de que no bastaba con su lenguaje para abarcar su mundo, abrió el paso a la investigación.

Antibiótico no es un ejercicio manierista del nuevo pop. Es acción poética y reflexión acerca de la acción, reflexión como acción y percepción como reflexión. Una llamada a la búsqueda de los otros medios de la poesía, a la integración del poeta en un mundo en el que, por comodidad, porque ya estamos mayores para según qué ideas, por miopía, ocupa la retaguardia y está a dos minutos de salir por la puerta de servicio. También una llamada a la rebelión del no poeta, a tomar todo aquello de lo que hasta ahora no ha obtenido más que migajas. Porque el lenguaje, también el lenguaje poético, es poder, y poder demasiado tiempo secuestrado. Y sí, contiene versos hermosos, pero no por ellos deja de ser el grandísimo libro que es.

A.M.R.


19
Oct 12

Vuelve, El Cuaderno, mecanismo para expulsar al diablo

Vuelve la revista digital/periódico/suplemento cultural, El Cuaderno.

Gratuito, sólo hay que suscribirse. Un lujo. Aquí:

http://elcuadernoculturaldelavoz.blogspot.com.es/2012/10/el-cuaderno-36.html

Como puse el otro día en Facebook, viene al pelo la obra de la casa invertida, de Oppenheim, Mecanismo para expulsar al diablo, hay varias repartidas por el Planeta, ésta está en Palma, le hice una foto el otro día.

"Mecanismo para Expulsar al Diablo", de Oppenheim, Palma de Mallorca

Mecanismo Para Expulsar al Diablo, de Oppenheim, Palma de Mallorca


16
Oct 12

A pesar de todo hay cosas que están bien

1)

El otro día Juan Feliu y yo cenamos con este vino. Buen título. Además, tiene su peripecia: una botella regalada a Vacabou por unos amigos del grupo, amigos que hace N años financiaron la primera maqueta de Sonic Youth. Bueno, qué más se puede pedir.

2)

Me llegó una carta de Pomona College, California, con estos sellos. Sin comentarios.

3) Esta entrevista que me han hecho en Culturamas:

http://www.culturamas.es/blog/2012/10/16/ellos-tienen-blog-entrevista-a-agustin-fernandez-mallo/

CONCLUSIÓN:
La gratuidad de ciertos placeres.

14
Oct 12

en El Cultural: La Isla del Tesoro

En El Cultural, copio y pego:

La misma persona

La isla del tesoro. Arte británico de Holbein a Hockney

Agustín FERNÁNDEZ MALLO | Publicado el 12/10/2012 |

Una exposición convertida en cuento. La isla del tesoro de la Fundación Juan March de Madrid convertida en otra isla: la de las intuiciones, las ideas fantásticas, las distancias cero. La de Agustín Fernández Mallo. El escritor recorre cinco siglos de arte británico, unas 180 obras, en busca de tesoros, de Holbein a Hockney pasando por Turner. El ruido de fondo lo pone otro grupo inglés: Radiohead.

Vivo en una isla llamada Mallorca, de modo que sé sobradamente que toda isla es una Isla del Tesoro. ¿Cuál es el tesoro? Su indivisibilidad. Una isla brilla como una pieza única, no puede separarse en sus partes. ¿Así Gran Bretaña? No sé. ¿Así el arte británico? Eso sí. El collage de una isla tan solo es aparente. Yo, impedido de manera natural para apreciar el así llamado arte de la escultura -hay algo en la escultura que me impide ver el infinito encerrado en un marco finito que sí veo en la pintura, pero esto es una tara personal, algo que sólo atañe a las relaciones entre mi cuerpo y mi cerebro-, asumida esa tara, decía, una mañana de octubre dirigí mis pasos a la Fundación Juan March, sede de Madrid, a fin de ver la expo La isla del tesoro. Arte británico de Holbein a Hockney. Concretamente, las piezas que involucran retratos.

Estoy muy interesado en el retrato. Quiero ahora detenerme en esto. El rostro estático es, quizá, lo que más se presta a la emersión de lo monstruoso. Hay algo totalmente misterioso en los retratos porque alguien nos mira desde un lienzo -o una fotografía, da igual-, y parece que lo que nos propone es un eterno retorno a su mirada, una fijación del tipo: “mira, este fui, soy y seré”. Pero no creo que sea tan sencillo. Lo que en realidad propone el retrato es una continua reinterpretación de la mirada del retratado. El retrato, como las traducciones de un idioma a otro en una obra literaria, cada 15 o 20 años hay que revisarlo, cambia. Es una masa de panadero, o mejor, un merengue que un pastelero va batiendo, y sube y baja en una tempestad para la mirada. Algo así como lo que Artaud dejó dicho: “El rostro humano es una fuerza vacía, un espacio de muerte […], esto significa que el semblante humano no ha hallado aún su cara […], es cierto que el rostro humano habla y respira desde hace miles de años, pero nos sigue dando la impresión de que aún no ha empezado a decir lo que es y lo que sabe”.

"El Joven Sir Thomas Wyatt", Holbein

Con ese talante fui viendo las salas, especialmente atento a las obras de Holbein y de Hockney; no en vano, la expo las presenta como extremos de un arco temporal y conceptual, dos polos igualmente magnéticos. La obra elegida de Holbein es Sir Thomas Wyatt el joven, pintada entre los años 1540-1542, en la que el retratado aparece de estricto perfil, una imagen sumamente pulcra, de intenciones realistas, atravesada por una de esas barbas lampiñas que me dan mucha grima, de varón a medio hacer, inacabado. Nunca había visto esa obra. La de Hockney no puede ser más opuesta, Retrato de Nick Wilder, del año 1966. Ésta sí la conocía. Nick Wilder posa en la piscina, el agua a la altura del pecho, como si estuviera siendo tragado por un desagüe que no vemos. Al fondo, una casa pragmática, de esas como californianas. Ya poco antes de irme, en la última sala, me di cuenta de que el número de retratos comisariados era más o menos el mismo que el de escenas de carácter paisajístico. Cosas de los ingleses: perversiones bajo aparentes equilibrios.

(David Hockney: Retrato de Nicholas Wilder, 1966)

Salí del recinto, no me apetecía coger un taxi, así que tomé a pié el camino a mi hotel, en la Gran Vía. Atardecía, es cierto, pero un cielo gris crema sobre La Castellana le daba a todo un aspecto de objeto diluido. Comenzó a soplar un viento fresco. Apuré el paso; parecía que iba comenzar a llover. Vi a lo lejos a un tipo que creí reconocer, pero no estaba seguro, de modo que no me detuve. Lo gracioso es que después vi a otro, y tampoco me detuve. Casi llegando a Cibeles, una valla publicitaria anunciaba un concierto de Radiohead en Londres -no en Madrid, esto no lo entendí-. El cantante, Thom Yorke, posaba con gafas de sol. Me paré a unos 20 metros de la valla, miré detenidamente la imagen. Desde 1994 he visto cientos de fotografías de Thom Yorke y, sin embargo, en aquella no le reconocí; me pareció estremecedor, por no decir que imposible.

Se me apareció entonces una gran idea, una idea luminosa, que espero poder explicar de modo que se entienda: en la época en la que Holbein pintara aquel retrato, los retratos no eran retratos, sino paisajes. En efecto, esos rostros tienen el aire y la intención de revelar toda una “verdadera naturaleza”, un reino natural al completo, son retratos-jardín, retratos-bosque, retratos-lago, retratos-merienda, retratos-posición social. El cuadro, Sir Thomas Wyatt el joven, llega al colmo de esta idea al presentársenos de perfil, no nos mira, de modo que es imposible reconocer en él lo único que caracteriza a un ser humano, la mirada, como si su rostro equivaliera a un mapa, una región, una isla, un objeto, como todas esas personas que te miran con gafas de sol y que durante unos instantes dejan de parecer humanos. Por el contrario, en la época en la Hockney pinta Retrato de Nick Wilder, los retratos sí son ya retratos y los paisajes, paisajes, la mezcla de ambas naturalezas ya se ha extinguido. La dilución, deshecha, hace que cada cosa regrese a su natural polo. Entiendo que ese proceso pueda parecer más bien frío o racionalista, pero todo lo contrario, una vez se piensa con verdadera penetración resulta tremendamente bello y sugerente.

(Joseph Mallord William Turner:Sunset (?Sunrise), 1840)

Di entonces media vuelta y comencé a caminar con intención de regresar a la exposición, comprobar si aquella idea tenía base real o si, por el contrario, respondía a esa manera en que algunas exposiciones te obligan a pergeñar ideas fantásticas, visiones, pura espectroscopia. Unas cuantas gotas mojaron el pavimento. Uno de los tipos con los que antes me había cruzado seguía en la misma esquina; me reconoció. Yo también a él. Hizo ademán de decirme algo pero lo evité; llevaba unas espantosas gafas de sol, de esas Carrera. Comenzó a llover con más fuerza, caminé pegado a las fachadas. Naturalmente, no sabía en qué punto de la Historia de la pintura la fusión entre el retrato y el paisaje se había roto o separado, pero desde luego -me dije-, si tuviera que señalar una obra concreta diría, Sunset (?Sunrise), acuarela de críptico título que Turner pintara en 1840. Hacía menos de una hora que la había visto allí expuesta. Me hago cargo del dislate que puede suponer afirmar que Turner efectuó tal paso hacia cierto realismo, pero siempre he pensado que la indefinición de sus paisajes, lejos de ir encaminada a confundir, diluir, fusionar unas cosas con otras, lo que hace es captar la naturaleza en el momento en que, habiendo estado ésta confundida, se separa, da marcha atrás a fin de que las cosas se pongan en su sitio, como una fotografía que pudiera invertir su proceso de su emulsión para retroceder en el tiempo: a un lado el modelo, al otro lado el papel en blanco. Turner es el punto de cruce, la inflexión, en efecto.

Llegué a la puerta empapado hasta los huesos; casi estaban cerrando. Me dijeron que era mejor no entrar, no tendría más de 10 minutos. Repliqué que me daba igual, que ya la había visto, sólo quería comprobar un par de detalles. El tipo se atusó el bigote y en tono de desconfianza espetó: “anda, entra”. Tomé como método empezar por el cuadro de Holbein, a continuación pasar ante todos los demás, en orden cronológico y, con rapidez, sin analizar demasiado, guiado por intuiciones meramente oculares, terminar en el de Hockney; como si fueran fotogramas de una película. Y así lo hice. Cuando llegué a éste último me paralizó darme cuenta de que el hombre retratado por Holbein y el retratado por Hockney son, de frente y perfil, la misma persona.


11
Oct 12

Emociónese Así (nuevo ensayo de Eloy Fernández Porta)

Anagrama edita el nuevo ensayo de Eloy Fernández Porta,

Emociónese así. Anatomía de la alegría (con publicidad encubierta)

De la contra:

«Lo comercial y lo humano. La moral y los anuncios. El perverso y el consenso. Estas insólitas parejas, y algunas más, protagonizan Emociónese así: una ilu­minadora guía de la subjetividad en la sociedad de consumo, diáfana y dinámica pero también caleidoscópica y musical. Combinando con soltura la sociología de las emociones, la estética y la crítica cultural más incisiva, este libro seriamente alegre explora la fabricación del sentimiento en el capitalismo. Alternando iluminadoras definiciones con piezas de la mejor literatura publicitaria, Emociónese así hace saltar por los aires las distinciones que fundamentan nuestra comprensión del espacio social. Los objetos cobran vida y se apoderan de sus dueños. Los publicistas se vuelven filósofos; los pensadores, dibus. El arte, los cómics y el cine pueblan estas páginas, ofreciendo una clara introducción a la cultura visual contemporánea.»

Buenísmo vídeo (realizado por Natxo Medina) de la lectura de unas páginas:

Idem de la sesión de spoken word, «Rulers of Your Feelings», con la que Eloy presentará el libro, y en la que se tranformará en 7 identidades; en este vídeo es Ciclostil:


9
Oct 12

¡Sólo es ficción!

Piss Christ (1987), de Andrés Serrano

Sobre el asunto de la ficción como cuerpo autónomo de representación, este artículo de Estrella de Diego, Y si sólo es arte, ¿a qué tanta ofensa?, en el que desguaza muy bien la estéril polémica suscitada por la exposición de Andrés Serrano, abierta en la galería Edward Tyler Nahem, de Manhattan.

http://blogs.elpais.com/sin-titulo/2012/10/y-si-es-solo-arte-a-que-tanta-ofensa.html

Recojo, en este sentido, un texto que yo había publicado en Cultura/s de La Vanguardia, acerca de la película, A serbian film.

https://fernandezmallo.megustaleer.com2011/07/09/a-serbian-film-la-caza-de-bin-laden/


7
Oct 12

En SMODA J.K.Rowling

Colaboración en SMODA

Ésta es una colaboración que publiqué ayer sábado en la revista SMODA, la que da el El País los sábados. Haré un artículo cada mes y medio, simpre acerca de una fotografía. La sección se llama Foto Finish.
En este caso se trataba de comentar la foto de la autora J.K.Rowling recibiendo el Benefactor´s Award de manos de la Princesa Ana de Inglaterra.

Copio y pego:

El dolor no existe en el instante, el dolor es algo que siempre ocurre antes o después de las cosas. Tras un primer momento de pulsión cerebral cero, eso fue lo que sentí, dolor al contemplar esta fotografía, dolor estético que venía del mismísimo origen de los tiempos para proyectase al Juicio Final, momento en que todos seremos llamados y alguien le preguntará a J.K.Rowling, “pero criatura, por qué te pusiste esos pendientes de perlas Majorica, por qué esa manicura francesa de peli porno, por qué te echaste sobre los hombros esa bandera inglesa, de qué frío pretendías guarecerte”. “No –responde ella-,  yo sólo quería escenificar el cambio de cromos con un atrezzo de Harry Potter. Además, era el protocolo”. “Pero no te das cuenta, criatura, de que ese atrezzo es de Juego de Tronos”

El día en que J.K.Rowling recibió el Benefactor´s Award de manos de la Princesa Ana de Inglaterra recibió también esa condena. La bandera del Reino Unido une almas, y también hoolligans, que se la echan sobre los hombros así, como J.K.Rowling. Pero ella tiene razón, no es culpa suya, sino del protocolo. “Con lo bien que estaba yo con mis magos en mi casita de Edimburgo, qué hago aquí, recibiendo un premio de manos de una mujer que de pronto veo que guarda un extraordinario parecido con el Sr. Burns de Los Simpson, dibujos que, dicho sea de paso, son mis rivales, mi desleal competencia, porque yo hago magia blanca y ellos hacen magia negra. Fíjense, la Princesa Ana usa guantes negros. Tampoco entiendo por qué lleva guantes, ¿acaso odia la materia? Alto. ¿Es paranoia o ése que está asentado a mi espalda, a mi derecha, es el tipo de wikileaks? ”

Y ahora, yo, Agustín Fernández Mallo, acabo de entrar en la Red y he tecleado el nombre, J.K.Rowling, porque me he dado cuenta de que no tengo ni idea de quién es J.K. Rowling, y leo que es una mujer de origen humilde, y que se le ocurrió toda la saga Harry Potter de repente, cuando, viajando en tren, éste se detuvo por una avería nunca del todo aclarada, y que escribió el primer libro en los bares de Edimburgo porque en su casa no había calefacción, pedía una café y con la mano derecha escribía mientras con la izquierda acunaba a su hijo, recién nacido, y entonces, yo, Agustín Fernández Mallo, me arrepiento de todo cuanto arriba he escrito, la sátira carece de sentido, es truco de mezquinos, de pobres de espíritu. Veo la fotografía y su mirada tiene ahora la cercanía de aquello que, aún sin saberlo, llevo amando toda vida.


5
Oct 12

Graciela Speranza y su Atlas Portátil+ Bellatín+ Pliego Suelto+ Semionauta

Recién editado, Atlas portátil de América Latina, de Graciela Speranza, finalista del Premio Anagrama de Ensayo (en el que ganara José Ovejero con su también interesantísimo, La ética de la crueldad), es una deriva, un tránsito fundamental en el que no sólo se repasa sino que se explica en términos de teoría contemporánea de la literatura y de la imagen la obra de artistas latinoamericanos que han hecho de sus creaciones un espacio de tránsito a través de múltiples estéticas y formas; ficción errante [a la que, huelga decir, me siento muy cercano].

Tiene, además, la virtud de ser muy claro en sus planteamientos y alumbrar al no experto visiones realmente estimulantes. Se ven obras, entre otros, de Guillermo Kuitca, Alfredo Jaar, Jorge Macchi, Los Carpinteros, Gabriel Orozco, Francis Alÿs, Marcelo Cohen, Roberto Bolaño, Liliana Porter, Vick Muniz, Sergio Chejfec, Doris Salcedo, Santiago Serra, Faivovich &Goldberg (con su alucinante obra, El taco, meteorito hallado en unos pastizales argentinos y con el que hicieron una pieza “cósmico-conceptual”), o Mario Bellatín. La trufa de nombres, tanto literarios como del las artes visuales, da una idea de en qué territorio se mueve este libro nómada, radicante y certero. Visualizar artefactos móviles, trazar líneas, inventar cartografías. Graciela Speranza es autora también de un libro que fuera fundamental en la comprensión de la influencia de Duchamp en el arte y literatura argentina,  Fuera de campo (Anagrama).

(Por cierto, no he encontrado en wikipedia la entrada de Graciela Speranza; de no existir, me parecería increíble. Alguien debería remediar eso)

Precisamente de Mario Bellatín (Mexico), estoy leyendo su último libro, El libro uruguayo de los muertos (Sexto Piso); muy bueno.

-Recomiendo, Pliego Suelto,  http://www.pliegosuelto.com/

Revista de literatura y alrededorres. Incluye un monográfico sobre ciencia-ficción, una entrevista a José Ángel Mañas, Hidrogenesse, artículos y reseñas, entre otras cosas.

-También Semionauta, http://www.semionauta.com/

[La gente está como loca, no para de hacer cosas]


2
Oct 12

Rachas de locura

El pasado 15 de agosto salió publicado en Cultura/s de La Vanguardia, en la sección Pantallas, este artículo mío, que no había colgado.

RACHAS DE LOCURA/CAMPO DE HIGGS

Diversas investigaciones afirman que la primera de estas 3 imágenes, Los desastres de la guerra (Rubens, 1638), sería la principal fuente de inspiración de Picasso a la hora de pintar el Guernica. La tercera imagen, vista en un ámbito global, es ya mucho más conocida que las dos anteriores [incluso mucho más conocida que la suma de las dos anteriores, si es que tal operación aritmética puede realizarse].

Hay imágenes que la Historia repite, pero con distintos significados, lo que equivale a decir que en realidad no se repiten; una imagen no dice nada por sí misma, siempre es su contexto el que habla. Pero no hay que irse a futuros contextos para pensar que una imagen cambiará de sentido o influirá en las subsiguientes. En efecto, lo que ocurre es que toda imagen tiene simultáneamente, muchos significados. Remarco lo de “simultáneo” porque eso de alguna manera anula al tiempo del crono para abrirse a otras estructuras y paralelismos. Un español ve la fotografía de la roja [por cierto, ¿no había otro nombre menos cursi para designar a tal conglomerado de cuerpos?], y ve una manifestación celebratoria en tanto un italiano ve, en efecto, el desastre de una guerra. La filiación, Rubens-Picasso-la roja, es tan evidente que asusta.

No obstante existen interpretaciones, heterodoxas.

1]

En estudio de la estadística y las probabilidades, existe lo que los matemáticos llaman rachas de locura. Se ha observado que si metes en un frasco muchas bolas de colores, por ejemplo 4 colores, y agitas cuantas veces quieras y observas el resultado, hay en las bolas una tendencia a agruparse por sus respectivos colores, se forman grumos del mismo color [sólo hay que fijarse en las habituales máquinas expendedoras de chicles de bola], conjuntos que ni la lógica ni las leyes de probabilidades pueden explicar. Se detecta, también, en cada una de las tres imágenes [Rubens, Picasso, la roja], un  agrupamiento, un conglomerado de elementos por familias de colores. Además, las tres vienen conglomeradas por una racha de locura aún mayor: la guerra, el propio concepto de la guerra.

2]

Otra posible explicación llega de un ámbito bien diferente. El acelerador de partículas conocido como LHC, sito en el CERN, recientemente ha encontrado evidencias experimentales del llamado bosón de Higgs, partícula elemental que faltaba para dar un marco coherente a las teorías acerca del origen, expansión, estructura y futuro del universo [además, confirma cosas aparentemente paradójicas, que los físicos ya sospechaban, no así la poesía mística: el vacío no es lo mismo que la nada; pero eso ahora no nos interesa]. El caso es que el campo de Higgs se compone de millones de tales bosones de Higgs, y es el culpable de que todas las cosas tengan masa.  Por decirlo en pocas palabras, allí donde hay algo, acuden las partículas de Higgs, lo rodean y de tal aglomeración sale la masa; aparece. Cuanta más aglomeración, más masa tendrá el objeto rodeado, que se moverá con mayor dificultad. No hace falta ser un hacha para percibir en el cuadro de Rubens una exacta alegoría de tal aglomeración fruto del campo de Higgs, y preparado por Rubens en 1638, pero ¿preparado para dotar de masa a qué o a quién? ¿acaso al soldado, que centra la imagen?, ¿o quizá a su espada, evidentísimo falo? Tampoco hacen falta grandes luces para ver la alegoría de la “creación de la masa” en el Guernica, pero de nuevo cabe la pregunta ¿la masa de qué o quien? En el caso de la roja [pero cómo me incomoda ese nombre],  ¿se trata de dotar de masa a Llorente, que se agacha?, ¿a la peladísima cabeza de Reina?, ¿o acaso a la voz, a la palabra, en definitiva al micro que porta Sergio Ramos en su mano izquierda?, [hay, es cierto, muchas preguntas derivadas, tangenciales, ¿es ese micro la misma espada falo de Los desastres de la guerra de Rubens, y es la misma espada rota que aparece en el Guernica, o acaso el candil que un tipo porta en ese cuadro?, pero esto vamos a dejarlo aparte].

En mi opinión la respuesta nada tiene que ver con soldados, espadas, micrófonos y cabezas rapadas. Lo que responde satisfactoriamente a la pregunta, ¿a quién o a qué dota de masa tal aglomeración de cuerpos?, es, simple y llanamente, a la propia imagen, que no es subordinada de nada ni de nadie, sino densa y gravitante por sí misma y, como tal, se va reproduciendo. Dicho de otro modo: la lectura de la imagen en tanto que imagen.