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Jul 08

USA Travel [10 y fin]

Hemos llegado a San Francisco. Llevo unos días en la habitación del hotel. Hilton San Francisco, Torre 2, habitación 1412. De vez en cuando me levanto, miro por la ventana, hay niebla. En San Francisco siempre hay niebla, sube desde el puerto. Pongo estas fotos con comentarios (hay que poner el ratón encima, sin clicar)

niebla, desde la ventana

Llegamos un día por la noche, a través del puente de Oakland, estaba iluminado, yo conducía. Encontramos el hotel con facilidad, casi diría que, literalmente, encajamos en la plaza de parking. La habitación es estable, planta nº14, buena conexión a Internet, por cable, segura, dejan fumar en esta habitación. El hotel más barato en el que tenían habitaciones para fumadores; parece ser que aquí fumar se considera un lujo. Cuando miro por la ventana veo unos edificios antiguos, de bastantes pisos, en uno pone HOTEL en neones, eso está bien, también veo un parking que es un edificio entero, incluida la azotea, en la que los coches parecen casetas con sus correspondientes antenas. También desde la ventana veo una calle con muchos chicles pegados al suelo. Y muchos indigentes, abarrotan cada esquina, es un fenómeno inexplicable en San Francisco según las autoridades; los veo allá abajo son como hormigas. Yo estoy en el Hilton, y ellos son hormigas. También hace frío. Un viento muy frío. Hace poco le hicieron una consulta a 10 escritores Americanos, la pregunta era, ¿dónde pasaron su verano más frío? 8 contestaron que en San Francisco. Casi no salgo de la habitación 1412. Al llegar, casi imediatamente, me dirigí al muelle East Bay, el mismo que genera esta niebla, el mismo en el que Falconetti tiró una bola del mundo hinchable al mar, con su nombre escrito. Ceno cada día en el mismo lugar, un coreano que se encuentra aquí al lado, en la esquina con Manson. Sopa de pescado y arroz con cangrejo. Regreso a la habitación y trabajo hasta un poco más de la medianoche. En el Hilton estás bien, eres el rey, eres Enjuto Mojamuto, todos te protegen, todos son amables, eres feliz, y sin embargo todo está fuera de ti, nada depende de ti, como si estuvieras vacío [esto no lo entiendo]

Siempre me han obsesionado un poco las traduciones de los títulos de las películas, esos cambios que se hacen según cada país, cómo el título traducido conforma una peli nueva. Aquí, en SF, está ambientada la gran Vértigo, de Hitchcock, titulada en origen «De entre los muertos». Un día encontré estos 2 referentes en los que se separan los dos títulos de la misma película para siempre (poner el ratón encima):

Vértigo

De entre los Muertos (contexto)

De Entre los Muertos

No conté que tras ver el árbol estuvimos en Yosemite, y que mientras entraba en el Valle me vino a la cabeza una antigua canción de Supertramp (que pongo al final). No repetiré lo que ya comenté en otro post sobre Yosemite y el libro Escaladas en Yosemite. Ponerte debajo de una pared de más de 1000 metros (¡de pared!, no sobre el nivel del mar), El Capitán, o el Half Dome, y ver dónde arrancan los primeros largos de algunas de las vías más famosas del mundo, es algo que más o menos emocionante. En el campo de hierba baja que se extiende ante el Capitán, vemos a mucha gente tumbada, con prismáticos, preguntamos, nos dicen que hay 3 tíos haciendo una vía. No me quedó claro de qué vía se trataba, pero parecía una de aquellas de artificial extremo que estaban muy de moda durante los años 80.

el Half Dome, al fondo

El Capitan, están escalando

ahí están

desayunando en el motel hitleriano

En Yosemite, nos alojamos en un motel, poco antes de la entrada al valle, que más que motel tenía una estética de colonias de verano hitlerianas en versión protestante WASP. Nunca mejor dicho: “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”. 200 apartamentos, un comedor común atestado de familias equipadas de los pies a la cabeza con un material de montaña más propio de hacer cuatromiles que de pisar prados, las madres parecen de ese tipo de mujeres blancas, muy poco arregladas, ese tipo de mujeres que de lo que más orgullosas están en cuanto a su feminidad es de cómo cae lacio su pelo. Los maridos, de esos que lo que llevan con mayor orgullo son sus conocimientos sobre el carburador del coche. Bueno, supongo que hay que vivir. Junto al comedor, sin separación, el bar, donde servían cerveza y una mezcla de latinos y yankis outsiders ponían música heavy en una gramola a un volumen brutal. Un contexto y fauna que alguien con talento como Foster Walace hubiera considerado material irrepetible.

Por lo demás, hay muchas cosas que se me han quedado en el tintero, pero que tengo en la cabeza. Por ejemplo, una imagen que me parece una metáfora de la Ameríca del medio oeste: en un pueblo de Arizona, el banco, es decir, ese lugar donde se guardan los dólares, era una caseta de chapa, prefabricada. Un rótulo como de Saloon, ponía: Bank Of América. Tenía que haberle hecho una foto, pero lo dejé pasar.
También, creo que respecto al miedo, del que ya hablé, hay más cosas reseñables; volveré luego sobre ello, o en otro post. No lo sé.

Aquí, en San Francisco, me acerqué un día al barrio Mission, el más hipster, que linda con el conocido barrio Castro, el gay. Está bastante bien, una mezcla de los latinos que ya estaban, y la Muchachada Nui emergente. En las tiendas, muy cool y muy caras, ponían música de King Crimson, y otros revival de música progresiva de los 70; para mí, un espanto, pero lo pasas por alto porque sí, porque no es lo mismo hacer revival de King Crimson en San Francisco, con toda su autoridad moral, que en tu pueblo, claro está. Ahora he vuelto a mirar por la ventana, donde había 4 indigentes cuento 11, no sé que pasa, mientras los observaba me he tocado la barba, que crece como crece la barba de los componentes de King Crimson, del rock progresivo. Me he pasado la mano por la barbilla, y he notado un sonido a lata, sí, a hojalata, ese el sonido que tiene mi barba cuando la recorro con la mano [tampoco lo entiendo].
Justo ahora en la tele están poniendo un especial de Judy Garland, justo antes pusieron unos dibujos muy chulos de un dibujante de cómics que se apunta a un concurso tipo Gran hermano, y antes habían puesto un documental de un asesino en serie.

judy

dibujos TV

asesino en serie

Algo que por pudor no conté, fue que al ir de Los Ángeles a las Vegas paramos en Pasadena, que queda de camino. Me detuve en el Diner que se detuvo Chicho al entrar en la ciudad, antes de ir a ver al Sr.The Boy. Tomé algo allí, me senté en su misma silla, fue una experiencia que no olvidaré, pedí también agua carbonatada, el camarero se acordaba de Chicho y me la puso de la misma marca. Localicé la casa de The Boy, y en absoluto era siniestra: unas calcomanias de pájaros tipo jilgueros pegadas a una ventana, una niña jugaba con un balón en el jardín –esto es así, no hay por qué negarlo o maquillarlo-. También pasé por la esquina en la que se ubica la agencia de viajes en la que Chicho compró un billete para él y su hija a Milán, para llevarla a ver el hormiguero más gigante del mundo. Un viaje que nunca se realizó.
Tampoco conté que en el desierto de Mojave localicé la caravana de Jack. Brillaba casi tanto como, en el otro extremo del plano de visión, Las Vegas. Vale que era porque me encontraba muy cerca de la caravana, pero bueno; la reconocí por el trozo de decorado de la película Corazonada, los neones parpadeaban cansados pero dignos. En vez de presentarme, me fui al One Way In Love, quería verlo actuar desde la cabina, ver cómo manejaba el micro, pero no estaba, pregunté por él y me dijeron que se había despedido, que había sabido que salía en un libro escrito en español de España, -no español Latinoamericano-, y que esa lejanía le había conmocionado, y que se ha encerrado a escribir una novela llamada Nocilla Lab, ya que leyó ese nombre en la solapa del libro en que se contaba su historia, libro que compró en Amazon [el cartero había dejado el paquete, precisamente, en el One Way In Love]. Les dijo a sus antiguos compañeros de trabajo que para escribirlo usaría como guía Moby Dick, el único libro que tiene. Volví a las cercanías de su caravana, pensé en entrar a saludarle, contarle que en España su historia había gustado, que la gente le había tomado afecto, pero después me dije que para qué perturbar su aislamiento, su vida de partícula alfa, con historias literarias condenadas a desaparecer. Me fui. Ni siquiera tuve lo que hay que tener para hacerle una foto a eso que de alguna manera yo había creado. El miedo, otra vez el miedo.

Hoy he recibido un mail de Luis Macías y Ester, me han enviado estas fotos que hizo Luis. Un buen recuerdo.

ael Equipo A

El Gran Cañón

En la esquina de la calle ahora cuento 13 indigentes. Persiste la niebla. Ahora recuerdo que había un relato del gran Boris Vian, titulado La Niebla. Una ciudad se despertaba un día tomada por una niebla tan espesa que no se veía ni a un centímetro. La niebla persistía y la gente se acostumbró a la desinhibición de salir desnuda a la calle, robar, besarse con el primero que se tropezaba, etc. Eran felices. Un día, de repente, la niebla desapareció. Al día siguiente todos los habitantes tomaron la decisión de arrancarse los ojos.

Se termina el viaje. He ido leyendo todos los comentarios, gracias de veras por dejarlos, me han ayudado a seguir este diario con ilusión.

Nos arrancamos los ojos.

Lo que queda de barba:

barba


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Jul 08

USA Travel [9]

El viajero que se adentre por la US50 partiendo de Carson City en dirección Este, tendrá que atravesar, en primera instancia, un tierra blanca que le parecerá sal. La carretera, en buenas condiciones, irá abriendo ese desierto con facilidad. Las rectas alcanzarán una longitud de hasta 10 millas, y la velocidad de crucero no podrá sobrepasar las 50millas/hora reglamentarias. La tasa de vehículos que se cruzará no superará la unidad cada media hora. El viajero verá en las cunetas, siempre blancas como de sal, -y en las que viene a morir el desierto blanco en beneficio del asfalto-, palabras construidas con guijarros negros; algunas palabras están ya deshechas por el viento, por la nieve del invierno. Casi todas aluden a experiencias sobrenaturales, o a nombres de personas que ocultan historias que el viajero desconoce. Son muchas las palabras, por lo menos 4 millas de palabras. Un letrero, atravesado por una bala, que anuncia que se está en el paso de Sand Springs, dice: 4644 pies sobre el nivel del mar; pasa un helicóptero, controlan la velocidad de los vehículos por radar. El viajero estará tentado en pensar en ese agujero de bala como en un Objeto Entrado; rápidamente se dará cuenta de que se trata de la ausencia de un Objeto Encontrado.

No tardará en encontrase una verja que corre paralela a la carretera, y entonces se parará a ver qué pone un letrero metálico atornillado a la alambrada, para constatar que ahí comienza el mundo del ejército. Se agachará, tocará el suelo con las yemas de los dedos, se las llevará a la lengua, y verá que, en efecto, en ocasiones la posibilidad menos probable se cumple: el desierto es de sal. En ese momento pasará rasante un cazabombardero, su altísima velocidad hará que el estruendo dure 2 segundos, como salido de la nada para volver a la nada. Dudará entonces de lo que ha visto. También de lo que ha oído. Continuará rodando hasta un cruce en el que, según los cartógrafos hay una población; como sólo se levanta una herrumbrosa casa, creerá que el cruce es otro, más adelante, y seguirá, y cuando menos se lo espere, al dar un amago de curva se encontrará a mano izquierda, un álamo lleno de zapatos.

Encontrará unos zapatos de tacón junto a unas botas de cowboy. Ese acontecimiento es lo que andaba buscado. El Acontecimiento Encontrado.

Kafka lo dijo: «tarde o temprano hay un punto de no retorno, ese es el punto al que hay que llegar»

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Jul 08

USA Travel [9]

El viajero que se adentre por la US50 partiendo de Carson City en dirección Este, tendrá que atravesar, en primera instancia, un tierra blanca que le parecerá sal. La carretera, en buenas condiciones, irá abriendo ese desierto con facilidad. Las rectas alcanzarán una longitud de hasta 10 millas, y la velocidad de crucero no podrá sobrepasar las 50millas/hora reglamentarias. La tasa de vehículos que se cruzará no superará la unidad cada media hora. El viajero verá en las cunetas, siempre blancas como de sal, -y en las que viene a morir el desierto blanco en beneficio del asfalto-, palabras construidas con guijarros negros; algunas palabras están ya deshechas por el viento, por la nieve del invierno. Casi todas aluden a experiencias sobrenaturales, o a nombres de personas que ocultan historias que el viajero desconoce. Son muchas las palabras, por lo menos 4 millas de palabras. Un letrero, atravesado por una bala, que anuncia que se está en el paso de Sand Springs, dice: 4644 pies sobre el nivel del mar; pasa un helicóptero, controlan la velocidad de los vehículos por radar. El viajero estará tentado en pensar en ese agujero de bala como en un Objeto Entrado; rápidamente se dará cuenta de que se trata de la ausencia de un Objeto Encontrado.

No tardará en encontrase una verja que corre paralela a la carretera, y entonces se parará a ver qué pone un letrero metálico atornillado a la alambrada, para constatar que ahí comienza el mundo del ejército. Se agachará, tocará el suelo con las yemas de los dedos, se las llevará a la lengua, y verá que, en efecto, en ocasiones la posibilidad menos probable se cumple: el desierto es de sal. En ese momento pasará rasante un cazabombardero, su altísima velocidad hará que el estruendo dure 2 segundos, como salido de la nada para volver a la nada. Dudará entonces de lo que ha visto. También de lo que ha oído. Continuará rodando hasta un cruce en el que, según los cartógrafos hay una población; como sólo se levanta una herrumbrosa casa, creerá que el cruce es otro, más adelante, y seguirá, y cuando menos se lo espere, al dar un amago de curva se encontrará a mano izquierda, un álamo lleno de zapatos.

Encontrará unos zapatos de tacón junto a unas botas de cowboy. Ese acontecimiento es lo que andaba buscado. El Acontecimiento Encontrado.

Kafka lo dijo: «tarde o temprano hay un punto de no retorno, ese es el punto al que hay que llegar»

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6
Jul 08

USA Travel [8]

DESIERTO DE NEVADA

Estoy en Fallon, en un motel que por delante es victoriano y por detrás típico motel. Veo las cosas a través de la malla antimosquitos que se encaja en la ventana.
Hemos dejado a Luis y Ester en el aeropuerto de Las Vegas, regresan a Nueva York, hemos continuado ruta hacia el norte, subiendo Nevada por carreteras secundarias. Es la ruta de los antiguos buscadores de oro, termina en Fallon, el primer pueblo civilizado. Lo que hay en medio, 750km de Espacio Aparentemente Perdido, como reza el título de una novela de Germán Sierra.

Los pueblos que señala el mapa son poblados grumos caóticos de casas prefabricadas, semiabandonadas, instalaciones que recuerdan a las antiguas de los pioneros pero con todos los signos de decadencia contemporánea, parece como si se hubieran instalado anteayer con intención de irse y de repente, en un día, todo hubiera envejecido, y entonces hubieran decidido quedarse. Son mineros, jugadores, no atienden al concepto de lo permanente, en cada chabola-bar, hay un letrero que pone Slot (tragaperras), entras y 4 máquinas cansadas, sin duda pilladas en reventas de deshechos de Las Vegas, repiten su melodía de feria. Faltan dientes, casi siempre los de abajo, un tipo tiene un ojo de cristal, cuando te habla parece que con esa mitad del mundo ya le bastara y sobrara, en todo asentamiento pone el letrero de Keep Out (mantenerse lejos). En una fotografía que le hago a una casa abandonada encuentro, ampliándola, una cara en una ventana. Carreteras de poblados que no van a ninguna parte se llaman Avenidas. Puedes estar horas sin ver más que horizonte. La carretera brilla al fondo, y parece agua. 42 grados a la sombra marca un termómetro. La única explicación a esta persistencia del la gente en el territorio es el oro, pero ya no existe oro. ¿Por qué entonces quedarse? Supongo que un antropólogo económico buscaría la respuesta en el precio de las hipotecas. Supongo que un antropólogo cultural en la raíces del terreno. Ni idea.

En mitad del trayecto sólo hay un pueblo que merezca tal nombre, Hawthorne; es una base militar. Tiene un pequeño lago, hay banderas americanas por todas partes. Todo es normal hasta que lees que es una base de submarinos. ¿Dónde? Pero de pronto, metafóricamente todo me encaja: los desiertos y el agua tienen una cosa en común: en ninguno es posible hacer un túnel, la materia de la que están hechos regresa siempre a su sitio, y entonces encuentro mi explicación a por qué la gente del desierto nunca se va del desierto: las personas , que son una extensión del desierto, que son parte de su materia, como la arena, siempre vuelven a su sitio; su cultura, que también es materia, siempre vuelve a su sitio. Haber encontrado esa explicación, de momento me hace feliz.

En la base militar entramos a comer en el Betty´s Diner, una pelirroja muy americana sonríe con dientes de conejo, las familias beben batidos de litro, todos son amables, todos sonríen, de algún modo asusta. Es raro este territorio repartido entre bases militares subterráneas, chabolas y nada. Salimos del pueblo atravesando el lago sin profundidad, en el que familias hacen pic-nic en la orilla mientras observan sus veleros sin estrenar, amarrados a caravanas relucientes pintadas de camuflaje. Volvemos a las chabolas; se suceden. Paramos a beber. Un tipo intenta convencernos de que nos quedemos, que la tierra casi se regala. En las paredes cabezas de ganado en esqueleto. También ofrece oro.

………….
He escogido esa foto de cabecera por que creo que representa todos los elementos de estas tierras: el ajusticiamiento sin justicia, la inutilidad de los árboles, la venta de oro, la carretera como vector y el folklore típico de la tienda india que el blanco explota sin pudor en todas partes. No llego a entender bien el significado del letrero bajo el árbol, algo así como «esto es lo que le pasa a los que se saltan el derecho» o, «esto es lo que le pasa a los que reclaman». No lo sé. En cualquier caso, la advertencia, más folklórica que real, se halla en un contexto nada folklórico: el abandono es real, y eso introduce un componente de inquietud que no deja de perseguirnos hasta llegar a Fallon, cerca de Reno y Carson City, cerca de la US50, la carretera más solitaria de Norteamérica.

La barba, sigue creciendo.

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Jul 08

USA Travel [7]

APUNTES DE LAS VEGAS:
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Escribo desde Las Vegas, en la habitación de un hotel que es un sarcófago, literalmente. Hemos tenido que hacer el check-in en una cola con 12 mostradores tipo aeropuerto. Cada mostrador está presidido por 2 pirámides. El hotel tiene forma de pirámide de unos 100 metros de altura, es negro, ninguna luz entra, y la que consigue entrar, no sale. El Luxor.

2
Llegando a Las Vegas, el mar de urbanizaciones de casas unifamiliares idénticas es más grande que lo que mi formato jpg puede procesar, no es que sean todas iguales a las otras, sino que son idénticamente iguales, y están pegadas, las construyen en menos de un mes, parecen que fueran casas hinchables y conectadas: pinchas una y allá van todas al suelo en efecto cascada.
Ver Las Vegas a cierta distancia, llegando por la autopista US95, que viene de Los Ángeles, es ver un espejismo. Un vergel (o un tumor, al cabo lo mismo) brotado en mitad del desierto, tan pasado de rosca que atrae de la manera en que atrae lo abyecto o el espejismo. Esa noción de vergel en el desierto, de paraíso resulta ser muy musulmana, no totalmente musulmana, pero sí de tendencia musulmana: el paraíso que les prometen de agua, vegetación y mujeres en el desierto después de muertos.

3
Las Vegas no es una ciudad, es una fe. Se cree o no se cree, pero no se explica.

El Cañón del Colorado, del que hablé en otro post, o Disney, son simulacros de 2ª categoría, relacionados con la literatura, pueden ser pensados de una manera más o menos occidental, con una lógica aristotélica. Las Vegas, no creo que pueda ser pensada o explicada, sólo narrada. Todas las explicaciones que sin querer se me deslizarán en este texto no serán más que ridiculeces. Se asume.

4
Los diversos hoteles se hallan conectados por pasillos mecánicos que te llevan de uno a otro para asegurarse de que pasas por la planta baja de cada hotel, en la que se halla cada casino. Cruzas de acera por escaleras mecánicas y pasillos elevados. No hay competencia entre hoteles, el uno te pone en la boca del otro, la palabra que lo define es fluidez, el «flow» de los raperos, un mantra que repites por atontamiento. Por si algún despistado consigue salir de la ruta y llega a la acera, las entradas de los casinos están a pie de calle, sin puerta física, sólo una cortina de aire frío a presión separa el adentro del afuera, como un espejo invertido que se atravesara sin más. Está prohibido que los taxis paren en la calle, sólo pueden parar en los hoteles, es la manera de que el visitante que vaya por la acera no tenga más remedio que caminar y tarde o temprano entrar en un casino a descansar; a jugar.

5
Hay 2 industrias primarias, el juego y el sexo. La comida y la gasolina son secundarias; la agricultura y la ganadería, lógicamente, no existen. El juego es lo evidente; el sexo está un poco más oculto en las calles paralelas al Strip, la arteria principal. Fuera de los hoteles, multitud de hispanos reparten simulaciones de tarjetas de visita de las chicas con su teléfono, aseguran que en 20 minutos están en tu habitación de hotel. La manera de repartir las tarjetas es curiosa, no hablan, no las anuncian, solamente hacen un movimiento con el taco de tarjetas como si barajaran cartas: el sonido es el reclamo. El motivo es que no está permitido anunciar sexo de manera verbal, pero sí mímica o iconográfica. Todo menos el sonido. Supongo que con este hecho un semiólogo llegaría a concusiones extraordinarias. Yo sólo llego a la conclusión de que en el Estado de Nevada verbalizar es la forma más neta de comunicación, y por eso mismo con la que se manejan los tabús. Recuerda a lo de «y el verbo se hizo carne»: mientras no haya verbo, no hay carne: el sexo no existie.
La publicación gratuita del negocio del sexo se llama After Dark, en la portada pone, enmarcado en una estrella: «The Original», como en las hamburguesas de las cadenas de carretera.

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El antiguo Strip, que responde a la noción de las Vegas clásica, ha quedado arrumbado y relegado ante el nuevo, que le sigue en línea, como una pista de aterrizaje; no hay rodeos, no hay laberintos, ya bastante laberinto es el desierto que se extiende más allá de la ciudad, ya que en él no hay marcas, siempre te pierdes. Los neones de los casinos antiguos resultan realmente ridículos ante el nuevo Strip, y sus edificios parecen meras cabañas de campo, chalets de fin de semana, ante las dimensiones de los nuevos, en los que no sólo triunfa el neón sino ya la pantalla, el píxel. Realmente es muy difícil hacerse a la idea de las dimensiones de estos simulacros hasta que no te embebes en ellos: Roma, Egipto, Nueva York, Paris, países imaginarios como Excalibur, o Venecia, que merece un lugar aparte. Todo a escala real pero concentrado, sintetizado en píldora, como si los territorios reales de esas ciudades estuvieran muy desperdiciados y en Las Vegas se les hubiera hecho un lifing: el París de las Vegas es el lifting de París de Francia, la Venecia de Las Vegas es el lifting de la Venecia de Italia, etc. Pero el reino de Excalibur, que no posee correlato real, ¿de qué es lifting?, vamos a suponer que de un texto.

excalibur

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Venecia: de todos los simulacros, sin duda el que se lleva la palma, no por sobredimensión pero sí por realidad realmente virtual, es Venecia. Para construirla trajeron a los mejores artesanos italianos, los mejores pintores de frescos, los mejores arquitectos, los mejores especialistas en luz e ilusión visual. Afuera es de noche, entras, pasas el casino, pasas la recepción del hotel, entras en los canales con gondoleros, y te encuentras un cielo falso tan conseguido que es real. Las nubes, pintadas, parecen moverse al tiempo que caminas, el suelo está un poco mojado, la sensación es de que acaba de llover y se está despejando, los visitantes hacemos de perfectos figurantes. Llegas a la plaza de San Marcos, están los chiringuitos, el olor típico de esa plaza. Si en el resto de Las Vegas las sensaciones son más que nada visuales, en Venecia es algo totalmente físico, te parece haber rasgado un decorado y haber entrado en otra dimensión con todos los órganos del cuerpo. El efecto es tan brutal que casi marea. Fotos de lo que ocurre fuera y al mismo tiempo dentro:

afuera

dentro

dentro

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Todo esto lleva al verdadero cometido, el verdadero plan de Las Vegas: que la noche y el día se confundan, que no sepas qué hora del día es, que los biorritmos se alteren, la negación de lo biológico para que, de esa manera, sin horarios, sigas jugando, sin importate si tienes que acostarte o seguir despierto, nada te lo indica. El plan es que no caigas de nuevo en el tiempo: el sonido de las tragaperras es igual a todas horas del día, fluye como fluyen las aceras mecánicas, lo que está fuera del tiempo. Hasta las caras de los croupiers, a los occidentales nos parecen siempre las mismas, como si el tiempo se hubiera detenido, ya que la mayoría son chinos. Una persona que parece ser la misma te dice un día tras otro, bienvenido caballero, como aquel otro que le se le aparecía a Jack Nicholson en El Resplador; no te dice buenos días, o buenas tardes, o buenas noches, sino, bienvenido caballero. No caigas en el tiempo, que el tiempo es corrupción y las ruletas resurrección.

[La «caída en el tiempo», que decía Ciorán. Ahora he pensado qué pensaría Ciorán de todo esto. Creo que estaría muy feliz en una habitación de Las Vegas, su filosofía adquiriría una dimensión francamente trágica y luminosa al mismo tiempo].

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El interior de los casinos se asemeja a un templo. Contra todo pronóstico, uno ahí respira paz, tranquilidad, no hay gritos, la gente habla como en los museos. Te sorprendes a ti mismo tranquilo, protegido por algo que desconoces, una mezcla de azar y control, algo que te salva del miedo o la jungla que se representa en la calle. Dentro de los casinos la comida es barata, el sexo es barato, todo es accesible con tal de que no salgas del templo. El techo del templo tiene una cámara de vigilancia cada 3 metros, más que aspersores contra incendios. Hay que imaginar la estructura de vigilancia que hay detrás de esas miles de cámaras, multiplicada por cada uno de los hoteles.

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Un detalle típico de Las Vegas: un tipo con el icono dólar tatuado en el dedo pulgar. Otro: un tipo jugando a la ruleta con una chapa en la solapa de la chaqueta que tiene la cara de Marx. Otro: una mujer embarazada entra en un gimnasio para pedir información; ofrecen tablas de ejercicios para bebés de 0 a 12 meses, para que vayan reforzando los músculos.

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En las Vegas se inventan religiones de la misma manera que se inventa una ciudad. Por la cara. En Europa, para inventar una religión hacen falta siglos de muertos, guerras, filosofías, cismas, etc. Aquí se hace sin más, nadie protesta con tal de que no le afecte y se paguen los impuestos.

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Contra el puritanismo que, salvo ciudades muy determinadas, impera en USA, Las Vegas en cuanto a leyes y control de la población representa una ciudad muy europea. Todo es permitido: beber en la calle, fumar en la calle y en todos los locales, la prostitución no está mal vista, los locales abren toda la noche, etc, o sea, como en la ciudad en la que vivo. En lo superficial, en lo que afecta al turista, no hay moralina.

HOTEL LUXOR: Una fuerza hecha Ready-Made

hotel luxor

sección

El Luxor, la pirámide negra en la que me encuentro alojado, representa, creo, el grado extremo de la filosofía «véguica». Te registras y para ir al ascensor que te llevará a tu habitación tienes que atravesar todo el casino, arrastrar la maleta por entre las máquinas, los reservados, las partidas de póquer, las ruedas de la fortuna, las ruletas. No hay pasillo para realizar ese trayecto, así que tu vagar con el equipaje se convierte en una especie de juego del laberinto con estética de arcaico juego come-cocos. Las habitaciones se hallan en las paredes de la pirámide, así que el interior de la pirámide es hueco, y ese hueco lo rellenan el casino, los restaurantes, las reproducciones a escala de motivos egipcios, etc. Ya que es una pirámide, el ascensor no se lama «elevator», sino «inclinator»: realmente, sube por las paredes inclinadas de la pirámide, por lo que la fuerza que sientes en vez de ser puramente vertical tiene una componete oblicua, y esto hace que al arrancar o detenerse el «inclinator» te sientas desplazado lateralmente por esa fuerza horizontal, muy incómoda. En un principio me pareció una consecuencia inevitable de la función física del aparato, fruto del diseño. Ahora he pensado que esa fuerza horizontal (Fx), totalmente extraña e inusual en un sistema de ascensión normal, es una manera de decirte que «estás en el Luxor de las Vegas, muchacho, estás yendo a otra parte, una fuerza inesperada te guía a otro plano de realidad: la realidad de la cripta, del más allá, un paraíso lateral». Realmente es una sensación de Ready-Made, una descontextualización de una fuerza, algo que esperas encontrarte en una montaña rusa pero no en un ascensor. Esta idea me excitó por un momento: el Ready-Made de una fuerza. La representación más mística que me he encontrado de la filosofía «véguica».

fuerza horizontal

Lógicamente, la habitación está decorada con motivos egipcios. Hasta el gotelé del techo simula pequeñas pirámides. Pienso en la estructura que hay detrás de esta pirámide, el trabajo de cuántos esclavos controlándolo todo. Hay trabajos en diferentes niveles, el más bajo es el que no se ve. Bajo al casino, me siento ante una tragaperras, pierdo los 10 dólares, me levanto, me giro, al instante vuelvo la vista atrás, y el taburete que yo había dejado un poco descolocado se haya de nuevo simétricamente colocado frente a la tragaperras. No veo a nadie, salvo a una mujer, a mucha distancia, alejándose.

La habitación es oscura, el hotel es oscuro.

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Nos levantamos temprano, bajamos a desayunar a uno de los muchos chiringuitos de comida rápida que hay dentro de la pirámide. Al pasar por el casino vemos a gente aún jugando, alguna ya estaba cuando nos fuimos a acostar. Antes de llegar al desayuno pasamos por uno de los bares, que tiene en la barra insertadas máquinas de juego, por supuesto, no tiene puerta. En una pantalla de la pared se retransmite la final de la Eurocopa, acaba de empezar, España aún no ha marcado. Nos quedamos, pedimos unas cervezas, en el intermedio jugamos a la máquina que tenemos cada uno delante del taburete. Al fondo, el azar del casino continua su expansión, somos su leve terminación nerviosa. Finaliza el partido, silbidos de los alemanes que estaban a nuestro lado, tenemos que mirar el reloj para saber exactamente si es por la tarde o por la mañana. Algo ocurre, suena un teléfono, no es un móvil, es un sonido medio antiguo, de peli de los 50, miramos en todas direcciones: junto a la caja registradora hay un teléfono fijo, como los que había en España hasta hace muy pocos años, con los números para marcar con rueda. Nos quedamos pensando qué hace sonando un teléfono así en una barra de Las Vegas. El auténtico objeto encontrado. Nadie descuelga.

eurocopa

OBJETO ENCONTRADO: una Monja en el hall del hotel y un letrero verde que recuerda a una esvástica.

monja

Hacemos kilómetros hasta el lugar del que sale toda la fuerza Las Vegas, las presa de Hoover Dam. Art Decó industrial, terminada en 1936. Al final, todo viene del cemento, tierra prensada. El color del cerebro.

Está justo en el límite con Arizona. Regresamos por la noche. Hay un control de policial en la frontera entre estados. Un poli de Arizona nos para, nos alumbra con una linterna que parece un torpedo, «qué tal chicos, ¿todo va bien?», Luis se lo merienda en un periquete con su acento de Brooklyn. Es extraña la política de armas en Arizona. La ley permite llevar pistola por la calle, a la vista, pero no te permite desenfundarla sin un motivo muy justificado, lo que presupongo que significa «en defensa propia». El arma se permite como icono, pero no como máquina.

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Pasan los días–> el dinero decrece–> La barba crece.

barba


5
Jul 08

USA Travel [7]

APUNTES DE LAS VEGAS:
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Escribo desde Las Vegas, en la habitación de un hotel que es un sarcófago, literalmente. Hemos tenido que hacer el check-in en una cola con 12 mostradores tipo aeropuerto. Cada mostrador está presidido por 2 pirámides. El hotel tiene forma de pirámide de unos 100 metros de altura, es negro, ninguna luz entra, y la que consigue entrar, no sale. El Luxor.

2
Llegando a Las Vegas, el mar de urbanizaciones de casas unifamiliares idénticas es más grande que lo que mi formato jpg puede procesar, no es que sean todas iguales a las otras, sino que son idénticamente iguales, y están pegadas, las construyen en menos de un mes, parecen que fueran casas hinchables y conectadas: pinchas una y allá van todas al suelo en efecto cascada.
Ver Las Vegas a cierta distancia, llegando por la autopista US95, que viene de Los Ángeles, es ver un espejismo. Un vergel (o un tumor, al cabo lo mismo) brotado en mitad del desierto, tan pasado de rosca que atrae de la manera en que atrae lo abyecto o el espejismo. Esa noción de vergel en el desierto, de paraíso resulta ser muy musulmana, no totalmente musulmana, pero sí de tendencia musulmana: el paraíso que les prometen de agua, vegetación y mujeres en el desierto después de muertos.

3
Las Vegas no es una ciudad, es una fe. Se cree o no se cree, pero no se explica.

El Cañón del Colorado, del que hablé en otro post, o Disney, son simulacros de 2ª categoría, relacionados con la literatura, pueden ser pensados de una manera más o menos occidental, con una lógica aristotélica. Las Vegas, no creo que pueda ser pensada o explicada, sólo narrada. Todas las explicaciones que sin querer se me deslizarán en este texto no serán más que ridiculeces. Se asume.

4
Los diversos hoteles se hallan conectados por pasillos mecánicos que te llevan de uno a otro para asegurarse de que pasas por la planta baja de cada hotel, en la que se halla cada casino. Cruzas de acera por escaleras mecánicas y pasillos elevados. No hay competencia entre hoteles, el uno te pone en la boca del otro, la palabra que lo define es fluidez, el «flow» de los raperos, un mantra que repites por atontamiento. Por si algún despistado consigue salir de la ruta y llega a la acera, las entradas de los casinos están a pie de calle, sin puerta física, sólo una cortina de aire frío a presión separa el adentro del afuera, como un espejo invertido que se atravesara sin más. Está prohibido que los taxis paren en la calle, sólo pueden parar en los hoteles, es la manera de que el visitante que vaya por la acera no tenga más remedio que caminar y tarde o temprano entrar en un casino a descansar; a jugar.

5
Hay 2 industrias primarias, el juego y el sexo. La comida y la gasolina son secundarias; la agricultura y la ganadería, lógicamente, no existen. El juego es lo evidente; el sexo está un poco más oculto en las calles paralelas al Strip, la arteria principal. Fuera de los hoteles, multitud de hispanos reparten simulaciones de tarjetas de visita de las chicas con su teléfono, aseguran que en 20 minutos están en tu habitación de hotel. La manera de repartir las tarjetas es curiosa, no hablan, no las anuncian, solamente hacen un movimiento con el taco de tarjetas como si barajaran cartas: el sonido es el reclamo. El motivo es que no está permitido anunciar sexo de manera verbal, pero sí mímica o iconográfica. Todo menos el sonido. Supongo que con este hecho un semiólogo llegaría a concusiones extraordinarias. Yo sólo llego a la conclusión de que en el Estado de Nevada verbalizar es la forma más neta de comunicación, y por eso mismo con la que se manejan los tabús. Recuerda a lo de «y el verbo se hizo carne»: mientras no haya verbo, no hay carne: el sexo no existie.
La publicación gratuita del negocio del sexo se llama After Dark, en la portada pone, enmarcado en una estrella: «The Original», como en las hamburguesas de las cadenas de carretera.

s

6
El antiguo Strip, que responde a la noción de las Vegas clásica, ha quedado arrumbado y relegado ante el nuevo, que le sigue en línea, como una pista de aterrizaje; no hay rodeos, no hay laberintos, ya bastante laberinto es el desierto que se extiende más allá de la ciudad, ya que en él no hay marcas, siempre te pierdes. Los neones de los casinos antiguos resultan realmente ridículos ante el nuevo Strip, y sus edificios parecen meras cabañas de campo, chalets de fin de semana, ante las dimensiones de los nuevos, en los que no sólo triunfa el neón sino ya la pantalla, el píxel. Realmente es muy difícil hacerse a la idea de las dimensiones de estos simulacros hasta que no te embebes en ellos: Roma, Egipto, Nueva York, Paris, países imaginarios como Excalibur, o Venecia, que merece un lugar aparte. Todo a escala real pero concentrado, sintetizado en píldora, como si los territorios reales de esas ciudades estuvieran muy desperdiciados y en Las Vegas se les hubiera hecho un lifing: el París de las Vegas es el lifting de París de Francia, la Venecia de Las Vegas es el lifting de la Venecia de Italia, etc. Pero el reino de Excalibur, que no posee correlato real, ¿de qué es lifting?, vamos a suponer que de un texto.

excalibur

7
Venecia: de todos los simulacros, sin duda el que se lleva la palma, no por sobredimensión pero sí por realidad realmente virtual, es Venecia. Para construirla trajeron a los mejores artesanos italianos, los mejores pintores de frescos, los mejores arquitectos, los mejores especialistas en luz e ilusión visual. Afuera es de noche, entras, pasas el casino, pasas la recepción del hotel, entras en los canales con gondoleros, y te encuentras un cielo falso tan conseguido que es real. Las nubes, pintadas, parecen moverse al tiempo que caminas, el suelo está un poco mojado, la sensación es de que acaba de llover y se está despejando, los visitantes hacemos de perfectos figurantes. Llegas a la plaza de San Marcos, están los chiringuitos, el olor típico de esa plaza. Si en el resto de Las Vegas las sensaciones son más que nada visuales, en Venecia es algo totalmente físico, te parece haber rasgado un decorado y haber entrado en otra dimensión con todos los órganos del cuerpo. El efecto es tan brutal que casi marea. Fotos de lo que ocurre fuera y al mismo tiempo dentro:

afuera

dentro

dentro

8
Todo esto lleva al verdadero cometido, el verdadero plan de Las Vegas: que la noche y el día se confundan, que no sepas qué hora del día es, que los biorritmos se alteren, la negación de lo biológico para que, de esa manera, sin horarios, sigas jugando, sin importate si tienes que acostarte o seguir despierto, nada te lo indica. El plan es que no caigas de nuevo en el tiempo: el sonido de las tragaperras es igual a todas horas del día, fluye como fluyen las aceras mecánicas, lo que está fuera del tiempo. Hasta las caras de los croupiers, a los occidentales nos parecen siempre las mismas, como si el tiempo se hubiera detenido, ya que la mayoría son chinos. Una persona que parece ser la misma te dice un día tras otro, bienvenido caballero, como aquel otro que le se le aparecía a Jack Nicholson en El Resplador; no te dice buenos días, o buenas tardes, o buenas noches, sino, bienvenido caballero. No caigas en el tiempo, que el tiempo es corrupción y las ruletas resurrección.

[La «caída en el tiempo», que decía Ciorán. Ahora he pensado qué pensaría Ciorán de todo esto. Creo que estaría muy feliz en una habitación de Las Vegas, su filosofía adquiriría una dimensión francamente trágica y luminosa al mismo tiempo].

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El interior de los casinos se asemeja a un templo. Contra todo pronóstico, uno ahí respira paz, tranquilidad, no hay gritos, la gente habla como en los museos. Te sorprendes a ti mismo tranquilo, protegido por algo que desconoces, una mezcla de azar y control, algo que te salva del miedo o la jungla que se representa en la calle. Dentro de los casinos la comida es barata, el sexo es barato, todo es accesible con tal de que no salgas del templo. El techo del templo tiene una cámara de vigilancia cada 3 metros, más que aspersores contra incendios. Hay que imaginar la estructura de vigilancia que hay detrás de esas miles de cámaras, multiplicada por cada uno de los hoteles.

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Un detalle típico de Las Vegas: un tipo con el icono dólar tatuado en el dedo pulgar. Otro: un tipo jugando a la ruleta con una chapa en la solapa de la chaqueta que tiene la cara de Marx. Otro: una mujer embarazada entra en un gimnasio para pedir información; ofrecen tablas de ejercicios para bebés de 0 a 12 meses, para que vayan reforzando los músculos.

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En las Vegas se inventan religiones de la misma manera que se inventa una ciudad. Por la cara. En Europa, para inventar una religión hacen falta siglos de muertos, guerras, filosofías, cismas, etc. Aquí se hace sin más, nadie protesta con tal de que no le afecte y se paguen los impuestos.

12
Contra el puritanismo que, salvo ciudades muy determinadas, impera en USA, Las Vegas en cuanto a leyes y control de la población representa una ciudad muy europea. Todo es permitido: beber en la calle, fumar en la calle y en todos los locales, la prostitución no está mal vista, los locales abren toda la noche, etc, o sea, como en la ciudad en la que vivo. En lo superficial, en lo que afecta al turista, no hay moralina.

HOTEL LUXOR: Una fuerza hecha Ready-Made

hotel luxor

sección

El Luxor, la pirámide negra en la que me encuentro alojado, representa, creo, el grado extremo de la filosofía «véguica». Te registras y para ir al ascensor que te llevará a tu habitación tienes que atravesar todo el casino, arrastrar la maleta por entre las máquinas, los reservados, las partidas de póquer, las ruedas de la fortuna, las ruletas. No hay pasillo para realizar ese trayecto, así que tu vagar con el equipaje se convierte en una especie de juego del laberinto con estética de arcaico juego come-cocos. Las habitaciones se hallan en las paredes de la pirámide, así que el interior de la pirámide es hueco, y ese hueco lo rellenan el casino, los restaurantes, las reproducciones a escala de motivos egipcios, etc. Ya que es una pirámide, el ascensor no se lama «elevator», sino «inclinator»: realmente, sube por las paredes inclinadas de la pirámide, por lo que la fuerza que sientes en vez de ser puramente vertical tiene una componete oblicua, y esto hace que al arrancar o detenerse el «inclinator» te sientas desplazado lateralmente por esa fuerza horizontal, muy incómoda. En un principio me pareció una consecuencia inevitable de la función física del aparato, fruto del diseño. Ahora he pensado que esa fuerza horizontal (Fx), totalmente extraña e inusual en un sistema de ascensión normal, es una manera de decirte que «estás en el Luxor de las Vegas, muchacho, estás yendo a otra parte, una fuerza inesperada te guía a otro plano de realidad: la realidad de la cripta, del más allá, un paraíso lateral». Realmente es una sensación de Ready-Made, una descontextualización de una fuerza, algo que esperas encontrarte en una montaña rusa pero no en un ascensor. Esta idea me excitó por un momento: el Ready-Made de una fuerza. La representación más mística que me he encontrado de la filosofía «véguica».

fuerza horizontal

Lógicamente, la habitación está decorada con motivos egipcios. Hasta el gotelé del techo simula pequeñas pirámides. Pienso en la estructura que hay detrás de esta pirámide, el trabajo de cuántos esclavos controlándolo todo. Hay trabajos en diferentes niveles, el más bajo es el que no se ve. Bajo al casino, me siento ante una tragaperras, pierdo los 10 dólares, me levanto, me giro, al instante vuelvo la vista atrás, y el taburete que yo había dejado un poco descolocado se haya de nuevo simétricamente colocado frente a la tragaperras. No veo a nadie, salvo a una mujer, a mucha distancia, alejándose.

La habitación es oscura, el hotel es oscuro.

j

Nos levantamos temprano, bajamos a desayunar a uno de los muchos chiringuitos de comida rápida que hay dentro de la pirámide. Al pasar por el casino vemos a gente aún jugando, alguna ya estaba cuando nos fuimos a acostar. Antes de llegar al desayuno pasamos por uno de los bares, que tiene en la barra insertadas máquinas de juego, por supuesto, no tiene puerta. En una pantalla de la pared se retransmite la final de la Eurocopa, acaba de empezar, España aún no ha marcado. Nos quedamos, pedimos unas cervezas, en el intermedio jugamos a la máquina que tenemos cada uno delante del taburete. Al fondo, el azar del casino continua su expansión, somos su leve terminación nerviosa. Finaliza el partido, silbidos de los alemanes que estaban a nuestro lado, tenemos que mirar el reloj para saber exactamente si es por la tarde o por la mañana. Algo ocurre, suena un teléfono, no es un móvil, es un sonido medio antiguo, de peli de los 50, miramos en todas direcciones: junto a la caja registradora hay un teléfono fijo, como los que había en España hasta hace muy pocos años, con los números para marcar con rueda. Nos quedamos pensando qué hace sonando un teléfono así en una barra de Las Vegas. El auténtico objeto encontrado. Nadie descuelga.

eurocopa

OBJETO ENCONTRADO: una Monja en el hall del hotel y un letrero verde que recuerda a una esvástica.

monja

Hacemos kilómetros hasta el lugar del que sale toda la fuerza Las Vegas, las presa de Hoover Dam. Art Decó industrial, terminada en 1936. Al final, todo viene del cemento, tierra prensada. El color del cerebro.

Está justo en el límite con Arizona. Regresamos por la noche. Hay un control de policial en la frontera entre estados. Un poli de Arizona nos para, nos alumbra con una linterna que parece un torpedo, «qué tal chicos, ¿todo va bien?», Luis se lo merienda en un periquete con su acento de Brooklyn. Es extraña la política de armas en Arizona. La ley permite llevar pistola por la calle, a la vista, pero no te permite desenfundarla sin un motivo muy justificado, lo que presupongo que significa «en defensa propia». El arma se permite como icono, pero no como máquina.

p

Pasan los días–> el dinero decrece–> La barba crece.

barba


4
Jul 08

USA Travel [6]

Escribo esto desde el motel que se adjunta en las fotos. La cámara del Mac me ha hecho esta foto.

APUNTES DE MOTEL:

c

WC
En todos los WC de los bares, el urinario de hombres contiene orina del usuario anterior. Es como mear sobre el alma líquida de ese precendente al que no conoces.

QUESO
Mientras atravesamos el desierto hemos pensado lo increíble que sería que te dejen sólo, sin agua, y como único alimento un trozo de queso manchego, ¿llegarías a comerlo? Un buen título para una novela: Queso en el Desierto. Debe ser una muerte lenta.

COCHE
Montar a caballo es una actividad más compleja de lo que parece. Yo sólo monté una vez en la vida. Te crees que es como conducir una moto, pero cuando estás arriba de repente te das cuenta de que estás sobre un animal que puede hacer lo que le da la gana, que es incontrolable si él quiere serlo. Conducir un coche automático me da una sensación de inseguridad total, es como los autos de choque, pero sin cuadrilátero de seguridad. Parece que no controlas el coche sino él a ti, como cuando montas a caballo. Por eso en USA todos los coches son automáticos, reflujos de aquel caballo que ya no existe.

m

GORDOS:
Si algo caracteriza a la población norteamericana es el miedo. Si algo caracteriza a cualquier político de cualquier signo es sobrevivir a través del miedo de la población que supuestamente dirige. Si la población deja de tener miedo, se acabó el control sobre ella. Ocurre en Europa, en Asia, en la órbita musulmana y también en USA. La política es el arte de crear miedo. En las sociedades posmodernas, como ya nadie cree en la política, el centro de gravedad del miedo se ha desplazado hacia las asociaciones supuestamente no políticas, civiles.
Uno de los rasgos de la población americana es organizarse en clubes y asociaciones, las hay para todos los gustos: desde la asociación pro salvar los vinilos, a la asociación de las mujeres que no se depilan: el miedo genera racimos, piñas. Las más evidentes: cuando ya parece que en materia de alimentación las cosas están claras, aparecen grupos que denuncian que los alimentos tienen tal o cual sustancia nocivísima, que la comes un día y casi te mueres [no sé si habrán pensado qué te pasaría si comes todos los días chorizo de cantimpalo]. O si fumas un cigarrillo estás contaminando no se sabe qué, o te estás contaminando los pulmones, etc, siempre hay una excusa, un argumento peregrino que te obliga a vivir con miedo. Vivir con miedo, esa es la consigna. Para vivir así, asustado como un conejo en una esquina, prefiero no vivir.
Como se sabe, USA es un país de extremos, quien hace algo lo hace hasta el final, con fanatismo: se es hippy hasta el final, se es esotérico hasta el final, se es puritano hasta el final, se es ecologista hasta el final, se es activista hasta el final, se es patriota hasta el final, y también se es gordo hasta el final. Como también se sabe, los gordos abundan es USA. Comen a todas horas, y ese es el motivo de que estén gordos, la sobreabundancia, y no que la comida no tenga calidad (no es mejor en términos de salud el jamón serrano que una hamburguesa). Por lo demás, los conservantes de los productos no tienen por qué ser nocivos, la propia palabra lo dice: conservan. También el hielo o la sal conservan, y no por eso son malos para la salud.
A lo que quería llegar es que en USA engordan como consecuencia del miedo. El miedo hace que nos construyamos paraísos personales, «artificiales», unos se dedican a escribir, otros a asociarse y pontificar, otros a operarse la cara, otros se pega un tiro, y otros engordan. El gordo crea un cosmos personal e intransferible: su cuerpo, pero sobre todo su interior, va ganando en rincones, satélites, masas, no le basta con las tripas y órganos de serie, sino que lleva dentro de sí toda una galaxia. Es una construcción política, una Identidad Política, de la misma manera que las cirugías estéticas crean una Identidad Estética en primer término (que en segundo término también es política, pero sólo en segundo término). Engordar es una manera de protegerse, de manifestar el miedo. Como si no bastara con el miedo que ya de por sí es nacer.
Me pregunto si es posible engordar en el tendón de Aquiles.

En la tele están poniendo esta peli, y su publicidad.

b

b

INDIOS:
Los indios están muy gordos, en proporción más que la población no indígena. Una manifestación más del miedo. Visito una reserva india, el Cañón del Colorado. El Cañón, como todas las reservas indias, es un estado aparte que el gobierno americano les concedió en señal de supuesto arrepentimiento por haberlos masacrado. Por hipócrita que sea, ya es más de lo que han hecho otros países menos invasores con pueblos que fueron desplazados. Así las cosas, los indios controlan y explotan sus territorios. Supongo que eso es un error, ya que la única manera de superar el pasado es integrándote, no creando ghettos. En el Cañón del Colorado todo intenta transmitir la sensación de «natural», de «autentico», como si esas palabras no fueran en sí mismas puras idealizaciones románticas, y esencialistas de las que bebieron todos los totalitarismos (caso paradigmático, el nazismo: Hitler fue un declarado vegetariano, nudista, y poca gente sabe que la campaña más agresiva antitabaco de la que se tiene constancia la hizo él). La reserva india está vallada, si no quieres recorrel el parque en helicóptero con la bandera de USA, me meten en un bus, los indios van por ahí disfrazados de indios, como parte del paisaje, emitiendo sonidos supuestamente ancestrales. Me paro a comer en unas chozas cuyos pilares de madera están apoyados en piedras que son, directamente, de cartón. Te dan hamburguesa, pero sin queso ni nada, que así es más sana, más ancestral, más auténtica. Para colmo, en todo el parque natural no dejan fumar, así todo es más perfecto, un mundo feliz menos contaminado [la excusa oficial es que puede haber incendios en un lugar donde el 95% del territorio es tierra y roca; para soñarlo]. Es la filosofía Disney trasladada a lo ancestral, pero con actores que realmente conservan el gen de sus abuelos, por lo que la perversión se hace doble. Termina el viaje, y si te quedas hasta el final ves cómo los indios se quitan el disfraz, se calzan las Nike, se atiborran a bollería, y después te enteras que todo ese parque natural está controlado por un chino. Por un chino. Y todos, todos, están muy gordos.
De nuevo el miedo: te dan un territorio, te dicen que es tuyo, y vas y engordas. Te dan un territorio, y el miedo se hace doble.

Me he traido para leer en el viaje el interesantísimo libro de Alberto Santamaría, «El Idilio Americano, Ensayos sobre la Estética de los Sublime», prologado por José Luis Molinuevo, saco en conclusión que el Turismo es la nueva forma de gestionar lo sublime. Dice, <<«lo sublime popularizado forma parte del emergente nacionalismo cultural de los Estados Unidos ya desde el siglo XiX: >>» (NYE, David E, American Technological Sublime.

En el Cañón hay urinarios químicos, los residuos corporales dañan el hábitat. No sé qué pensaría Duchamp de ese urinario, ya no en un museo sino en la Primera Naturaleza. Un giro duchampiano de signo contrario.

c

f

(Ahora recuerdo que Nacha Pop antes de llarse Nacha Pop se llamaba Uh, Uh, Helicopter)

OBJETO ENCONTRADO:
Me compré un camisa de segunda mano, un poco tipo jubilado de Miami (o de Zamora, que es lo mismo). Los botones llevan la marca de la casa: F+F, (Fernández & Fernández, Afterpop)

f+f


3
Jul 08

USA Travel [5]

Los Ángeles, lo tentacular. No es infinita porque un círculo es finito, aunque puedas dar en él infinitas vueltas.
Es interesante llegar e ir a comer a un chiringuito de Malibú, al otro lado de la carretera que da a la playa. En la terraza, delante, las familias; atrás, los restos de serie, ancianos en su origen surfers de pelo rubio-arena.

ae

VENICE BEACH, SANTA MÓNICA, MALIBÚ

Una línea de costa en la que se yuxtaponen todos los estilos arquitectónicos conocidos, son casas antiguas, respiran mucha verdad, la solera de anteayer que crea espectáculo. Parece que todo espectáculo debe ser de anteayer, refractario al tiempo, como la maravilla.
En casa de C, el galerista de Ester, en Santa Mónica, la típica casa de la colina de Santa Mónica. Tejado lunar. C es un tipo muy simpático, nos advierte de lo peligros del desierto en coche. En la foto, al fondo Luis.

c

vista delante

vista desde atrás

OBJETO ENCONTRADO:

Casa en Malibú con ventanas tapadas a propósito por arbustos.

v

OBJETO ENCONTRADO:
En Malibú, desde la playa se ve esto: un wc químico en mitad de la montaña:

n

OBJETO ENCONTRADO:
La luz de la ciudad de los ángeles desde el Observatorio. Es como la ciudad «en negativo». Aquí estaba Dean en Rebelde Sin Causa.
e

n

OBJETOENCONTRADO:
Edificios líquidos. DownTown
1

Nos hospedamos en un hotel en Venice Beach. Hace muchos años un millonario quiso hacer un émulo de Venecia. Ruedo varias cosas para el documental.
El hotel, junto a la playa, tiene su entrada en el lado que no da a la playa, y tiene una pantalla gigante junto a la recepción, pantalla en la que se ve en tiempo real una playa y palmeras, preguntamos y nos dicen que es lo que ve desde la parte de atrás del hotel, si giras la calle.

Desde el balcón del hotel:
q

El hotel tiene unas fotos bueníssimas en pasillos y habitaciones. Retratos de la América más deep.

foto-tipo del hotel

Pasamos por la tienda en la que se inventó el surf, en los 50. Ahí comenzó todo el mito Malibú, recogido después por los Beach Boys y herederos. Este barrio en aquellos años era ghetto, los negros arrancaban el carburador de los coches de los surfer y lo tiraban al mar. A finales de los 50 aquí malvivían muchos guionistas de Hollywood (el ambiente de Burton Fink, de los hermanos Coen), de la serie B. Bukowski siempre contaba que venía a visitarlos con una caja de cervezas.
De repente recuerdo que Tom Waits vive cerca de nuestro Hotel, en Venice Beach. Hay en Venice un ambiente hipster, nada que ver con sus vecinos Santa Mónica o Malibú.
Por la noche vamos a un bar en la zona de galerías de arte emergente de Los Ángeles, se llama Mandrake (2692 S. La Cienaga Blvd). El coche de Luis y Ester es rojo, muy machacado, ellos le llaman el Ghetto Rojo. En el bar están poniendo una peli, The Last Picture Show, Luis me comenta que es una peli de culto entre los indies Made In USA. Yo no la conocía.

h

Salgo a la terraza del bar a fumar un Lucky. Lo cierto es que, aunque con el anti tabaco son muy exagerados, casi fundamentalistas, en Venice se puede fumar por la calle, cosa que no está mal teniendo en cuenta que en la playa hay carteles que dicen que no. Por lo menos los hoteles tienen habitaciones para fumadores, cosa que no ocurría en Nuevo Mexico. Te metes en la habitación para poder fumar, eso te aísla. El fundamentalismo antitabaco aísla. Todo te aisla. Todo te remite a Enjuto Mojamuto.

OBJETO ENCONTRADO:
En la autopista Los Ángeles-La Vegas un barco en el desierto.
m

OBJETO ENCONTRADO:
La casa Meteora, donde, supuestamente cayó uno de los mayores meteoritos conocidos.

e

OBJETO ENCONTRADO: Los interruptores del baño de un motel. No hay signos, no hay marcas, el «borrado del pop», que diría Eloy Fdez. Porta. Algún día habría que hablar en serio de los interruptores de los cuartos de baño de los hoteles Americanos como ejemplo de sobriedad y pragmatismo, correlato de la conquista del Oeste, desértico por naturaleza. ¿Qué espacio del hábitat humano hay más desértico y árido que un cuarto de baño? Un Cuarto de baño se conquista, se hace humano por los residuos que ahí dejamos. Y, ¿qué son los residuos sino interruptores que nos hacen y nos dan paso a la categoría de animales conectados con un mundo? Un ente sin residuos tan solo es un Dios, un ente muerto. ON/OFF.

De repente veo que esa imagen podría ser un mapa, una fotografía aérea de un peculiar desierto eléctrico.

interruptores motel


1
Jul 08

USA Travel [4]

ALGUNAS FOTOS DE LOS DÍAS EN EL DESIERTO DE MOJAVE (para ver comentarios poner el ratón sobre la fotos, sin clicar)

la recepción en la actualidad (vacía)

la recepción hacia 1910

luis que atraviesa la vía

una doceaba pate de la panoramica

el bar cercano con 2 lugareños

OBJETO ENCONTRADO Nº1: moqueta imitación a madera

OBJETO ENCONTRADO Nº2: masa de asfalto junto a la vía. Ester y yo comentamos lo bonita que es. Nos la llevaríamos a casa

 

 

OBJETO ENCONTRADO Nº3: lágrima de acero junto a la vía. mide unos 40cm de largo

 

leyendo tebeos

 

 

 

 

Union Pacific

La gran Ester y el gran Luis desperezándose

la tumba frente a la cabaña


29
Jun 08

USA Travel [3]

La cámara de mi ordenador me acaba de hacer esa foto. Escribo desde
una cabaña alquilada en el desierto de Mojave, entre Los Ángeles y Las
Vegas, sólo hay la casa de la dueña, casetas de latón y madera, vacías;
la casa de la dueña también está vacía, viene sólo a darle la llave a
los clientes y se larga. Son las 12:37 de la madrugada. Lipton Hotel.
Una choza que era la parada del tren en el año 1910. Hay fotos de
pioneros en todas las paredes. Buscadores de oro. Delante, sólo el
desierto, una cadena de montañas al fondo, y un tren de mercancías que
mide una milla, que casualmente está pasando ahora a 20 metros de esta
cabaña en dirección Este. La locomotora pone «Union Pacific, Building
America». En el desierto sólo hay árboles Joshua, y unas cucarachas
negras. El desierto. Hemos cenado en otra cabaña, al lado, que atiende
un cocinero que viene del pueblo más cercano, a 24millas, también sólo
para abrirla si hay clientes, hacerles la cena, hamburguesas o
chuletas, y largarse de nuevo a su pueblo. 90 dólares, cervezas
incluidas. Estamos solos. El suelo de la cabaña-bar es de moqueta
estampada con dibujos de parquet antiguo, marrón y vetas, un simulacro
que jamás había visto. Hay una mesa de billar, una tele, un perro boxer
muy gordo, una máquina de marcianitos, y las paredes son de madera de
verdad. Aquí se llega tras 40 millas de carretera secundaria de asfalto
color rojo tipo pista de tenis. Acabo de salir al porche a fumar un
cigarrillo, veo al fondo, un resplandor, son las Vegas y la autopista
que la une con Los ángeles. Observo la caravana de luces que no tiene
fin conduce hacia la ciudad de juego, un cordón umbilical de juego y
corrupción, es muy simple, hormigas luminosas, en cierto modo asusta.
Parece el éxodo de Encuentros En La 3ª Fase, quizá todos se estén
yendo, y nosotros no nos hayamos enterando. Hemos llegado al atardecer,
en el jardín de cactus que hay entre la cabaña y la vía del tren hemos
encontrado una tumba. La lápida es el volante de un coche. Cuando
llegamos no había nadie, la señora, de edad indeterminada, llegó
caminando por la carretera con un bastón metálico de esos que terminan
en tres pequeñas patas; tiene las rodillas recién operadas, unos tajos
tremendos, es obesa, muy rubia, cara de niña o muñeca, con gafas
sobredimensionadas, irando a Rappel. No habla, sólo da las llaves dice
el precio y se larga. Tiene un aire a la de Misery, pero en mayor (no
es broma).
Parece que nosotros leemos el mundo en formato jpg, y ella en bmp, (mapa de bits), que es más básico, arqueológico.
Nos
hemos sentado en el porche de la cabaña a tomar una botella de vino
californiano que traía Ester. Hemos estado hablando de algo que ocurrió
esta tarde, en la autopista.

LO QUE OCURRIÓ EN LA AUTOPISTA:
El letrero ponía GAS.
Entramos a repostar, pero al llegar la gasolinera y el RESTAURANTE
estaban abandonados; la cartera no tiene salida. Nos bajamos a hacer
fotos. Sólo hay una caravana estática y unos coches antiguos pero en
uso, aparcados. Al lado, un poblado que en España sería de gitanos.
Aquí, no lo sabemos. Aina se ha alejado hacia los surtidores
abandonados, hace fotos, era una figura que se iba. De repente hemos
pensado, ¿quién puede vivir aquí? ¿Qué clase de vida tendrá? Tras un
silencio, nos damos cuenta de que algo no funciona. Hay ahí gente,
metida en sus caravanas, y por como viven, no parece recomendable
incomodarlos. Hacemos señas a Aina para que regrese, pero no se da
cuenta, sigue fotografiando surtidores abandonados. Cuado se reúne con
nosotros, apuramos el paso hasta el coche. De pronto, aparece por la
carretera un pick-up, directo hacia nosotros, dos tipos dentro, un
rubio gordo con cara de motero retirado, otro moreno con una barba que
se le perdía bajo el volante. Se detiene, nos miran, se meten hacia las
caravanas. Al instante aparece un trailer de 16 ruedas, nuevo, también
se mete hacia las caravanas. Obviamente no va repostar, ¿qué ha un
trailer nuevo en esas gasolinera vacía? No sabemos a qué va. Luis dice
que por aquí procesan determinadas drogas dentro de camiones, para
evitar a la poli. Arrancamos, salimos a toda pastilla. Fiable, este
Toyota Corolla.

a

s

f

v

f

b

ñ

Atravesar estos desiertos equivale a preguntarse por la existencia
desde siempre del rizoma, pero también por, ¿cómo es posible que
alguien pudiera atravesar miles de kilómetros para instalar un poblado
aquí, en mitad de este espacio seco y vacío? La respuesta está en ¿cómo
es posible que hagamos lo imposible para poner el pie en planetas
inhóspitos, inútiles, al fin y al cabo simbólicos, por ejemplo Marte?
O, ¿por qué se conquista una playa en verano? Playa= territorio hostil, no hay sombra, no hay comida. Una materialización de otra cosa
llamada voluntad. Su materia