30
Mar 08

LA PROXIMIDAD DE LOS TELÉFONOS (y más)

Dos terroristas capturan a Manuel. Manuel es un concejal de un partido indeterminado. El escenario es un bosque, más o menos frondoso. Y una cabaña, sí, en estos casos siempre hay una cabaña, es bueno ponerlo. Manuel, sentado en una silla, la boca tapada con cinta de embalar, maniatado a la espalda con unos cables eléctricos que arrancaron de una lámpara [negativo y positivo; como la lámpara era antigua falta el cable de toma de Tierra, el que más necesita ahora Manuel], Manuel no está ya en la Tierra, los golpes en la cara lo han dejado semiinconsciente. Son 2, una mujer y un hombre, A y B, digamos. La radio hace lo propio: radia; Manuel la oye a trozos. La discusión entre los 2 terroristas, que versa sobre cómo ejecutarlo, no le deja distinguir bien las palabras del locutor, que dice que las calles de las principales ciudades se han llenado de gente reclamando su libertad. Manuel entreabre los ojos, la mujer es muy guapa, sostiene una pistola como quien empuña una espumadera antes de darle una vuelta a las croquetas. El hombre ahora se relaja, dice que el otro día estuvo viendo en la tele la final de Mister Universo, que ganó un coreano, Manuel recuerda que él también estuvo viendo hace unos días esa final de Mister Universo en su piso de 60 metros cuadrados, piensa cómo es posible que un acto tan banal nos iguale a todos, como la muerte, sí, como la muerte, piensa Manuel, que ya lo dijo Manrique, y recuerda que su chica, tumbada en el sofá, le había dicho que le acercara el bote de las galletas con forma de peces, «menuda tontería, galletas con forma de peces», le había contestado Manuel. La mujer se acerca, le pone la pistola en la base del cráneo, el cañón no está tan frío, se dice Manuel, siempre creí que los cañones eran fríos. Antes de que Manuel haya terminado ese pensamiento, le pega un tiro. [Es lícito objetar cómo yo conozco y puedo narrar ese pensamiento de Manuel hasta el final si antes de concluirlo ya le han pegado el tiro, pero supongo que lo que se piensa permanece unos segundos antes de extinguirse para que se complete un ciclo vital, para no cerrar la vida en falso, flota sobre el cuerpo y después se va; a eso algunos ingenuos le llaman, «alma»].

Meten el cuerpo en la parte trasera de un Land Rover. Lo suponen muerto, pero Manuel aún puede oírlos. El hombre, al que habíamos llamado B aunque después no he utilizado ese nombre y lo he llamado simplemente «hombre», enciende la radio del coche, en la emisora un político sigue pidiendo la liberación inmediata de Manuel, cambia de emisora, a Manuel le duele una vértebra, lo han tirado sobre el mango de una pala, también hay cubos llenos de cables eléctricos enrollados, posiblemente de más lámparas sin toma de tierra, piensa Manuel, y bidones de gasoil que se balancean en los baches, parece una pista forestal, también hay una guía telefónica tirada a su derecha, sin estrenar, aún empaquetada en su plástico transparente, imagina todos los anuncios publicitarios ahí concentrados. La mujer, a la que llamé A aunque no volví a utilizar ese nombre, se gira, lo mira directamente, en sus ojos Manuel ve pasar todas las mujeres bellas de la historia del cine, y hasta del cómic, ella le dice al hombre, «este imbécil está más que muerto». Tras unos minutos, frenan, bajan el cuerpo, lo tiran en una cuneta. Se alejan. El runrún del motor diesel desaparece, sólo hay niebla, niebla y el silencio del bosque con sus pequeños movimientos de ramas, pájaros, el agua de un río no muy lejano. Manuel Vilas piensa lo extraño que le resulta que en aquella guía telefónica nueva, tirada en la parte de atrás del Land Rover, probablemente aparezcan su nombre y el de ella, esa mujer a la que llamé A pero a la que casi siempre me referí como «mujer».

[Este texto está inspirado en un capítulo de la novela España, de Manuel Vilas, DVD, 2008]

LISTAS, GUÍAS
Muchas veces he pensado en las guías, en cuál es su naturaleza. En principio, una guía parece que es algo continuo, por ejemplo, una línea en el suelo que te indica un camino, o una carretera con su diferentes señales, o el sistema de venas y arterias a través de las cuales la sangre es guiada por los latidos, pero una guía telefónica más que una guía parece una lista. Podemos suponer que se la llama guía porque está guiada por un orden alfabético, o también porque te permite encontrar y llamar al número deseado: guía tu voz hacia un oído que no es el tuyo, y viceversa. Pero en sí, no me parece que la guía de teléfonos sea una guía, sino una “lista ordenada”.
Algo que distingue a las sociedades contemporáneas de otras de épocas pasadas, es que se han convertido en una gran lista. Podemos acceder a cualquier información sin pasar antes por un número demasiado grande de informaciones previas e innecesarias. Es otro resultado de la fragmentación y posterior ordenación de esa información disponible.

2 paradigmas

Pero no siempre esa información es posible ordenarla. Siguiendo una idea de Vicente Luis Mora, entonces surge el Spam, la basura informativa.
Mi idea es que la basura informativa, el Spam, no es basura en sí misma, sino que lo es porque no está colocada en el sitio adecuado, es un problema de contexto: no está ubicada en la lista adecuada; todo fragmento de basura posee su lugar natural en su correspondiente hábitat con una lógica interna determinada. Una monda de plátano en el parquet de tu casa es Spam, pero miles de mondas de plátano apiladas en una planta de reciclaje, son algo sumamente natural, incluso agradable. Lo mismo ocurre con la basura informativa.
Eso sí, al reubicar esa basura, al ponerla en su “lugar natural”, perderá su atractivo. Sufre un proceso de domesticación. Se civiliza, pierde no sólo atractivo, sino también capacidad para fragmentar discursos, para introducir nuevas semánticas en la cotidianidad.

Bien, ahora ya no sé qué tiene que ver todo esto con el relato anterior de los terroristas inspirado en el de Manuel Vilas. Ah sí, que la guía telefónica antes de ser guía era Spam, basura que después fue ordenada en forma de lista, y que aún así a veces surgen en ella fracturas, conexiones extrañas que rompen el todo proceso sistemático para el cual fue pensada esa lista. Eso es un misterio, sin más. Es la poesía.

PD: Respecto a la capacidad de las guías telefónicas para crear paranoias alternativas o metáforas aberrantes, me fascina esta obra Michael Morley, Los Ángeles Yellow Pages, en la que juega la idea de que el libro del que habla el Apocalipsis, el libro en el que se enuncian las obras hechas por los hombres y por las que serán juzgados, son las páginas amarillas de la ciudad de Los Angeles. El autor superpuso a la portada original de la guía, ocupada por una foto de la ciudad, un esquema de la falla de San Andrés

Apocalipsis

Imágenes encontradas en Google tecleando la palabra GUÍA:

aacdef

Imágenes encontradas en Google tecleando la palabra LISTA:

abcd

De entre estas imágenes de LISTA, la que me parece más interesante es la del leopardo. En efecto, podemos acceder a cualquier punto de su piel (el moteado negro) sin pasar antes por el resto de puntos. Es una lista perfecta.

Ahora bien, la parte «complementaria» de ese conjunto de puntos negros de la piel del leopardo (la parte de color rubio) sí se pueder recorrer sin saltos, como si fuera un camino, así que ese otro «universo» de su piel es una Guía, un camino. ¿Podríamos generalizar y afirmar que siempre que se existe una LISTA, existe también su conjunto complementario, que sería una GUíA? Supongo que sí.

Supongo que la sociedad contemporánea, que está estructurada claramente en forma de Lista, necesita de su complemento en forma de Guía para definirse, para existir. Es decir, toda sociedad contemporánea (llamémosle tardoposmoderna) necesita tener una sociedad complementaria moderna, o incluso pre-moderna, para poder existir.


30
Mar 08

LA PROXIMIDAD DE LOS TELÉFONOS (y más)

Dos terroristas capturan a Manuel. Manuel es un concejal de un partido indeterminado. El escenario es un bosque, más o menos frondoso. Y una cabaña, sí, en estos casos siempre hay una cabaña, es bueno ponerlo. Manuel, sentado en una silla, la boca tapada con cinta de embalar, maniatado a la espalda con unos cables eléctricos que arrancaron de una lámpara [negativo y positivo; como la lámpara era antigua falta el cable de toma de Tierra, el que más necesita ahora Manuel], Manuel no está ya en la Tierra, los golpes en la cara lo han dejado semiinconsciente. Son 2, una mujer y un hombre, A y B, digamos. La radio hace lo propio: radia; Manuel la oye a trozos. La discusión entre los 2 terroristas, que versa sobre cómo ejecutarlo, no le deja distinguir bien las palabras del locutor, que dice que las calles de las principales ciudades se han llenado de gente reclamando su libertad. Manuel entreabre los ojos, la mujer es muy guapa, sostiene una pistola como quien empuña una espumadera antes de darle una vuelta a las croquetas. El hombre ahora se relaja, dice que el otro día estuvo viendo en la tele la final de Mister Universo, que ganó un coreano, Manuel recuerda que él también estuvo viendo hace unos días esa final de Mister Universo en su piso de 60 metros cuadrados, piensa cómo es posible que un acto tan banal nos iguale a todos, como la muerte, sí, como la muerte, piensa Manuel, que ya lo dijo Manrique, y recuerda que su chica, tumbada en el sofá, le había dicho que le acercara el bote de las galletas con forma de peces, «menuda tontería, galletas con forma de peces», le había contestado Manuel. La mujer se acerca, le pone la pistola en la base del cráneo, el cañón no está tan frío, se dice Manuel, siempre creí que los cañones eran fríos. Antes de que Manuel haya terminado ese pensamiento, le pega un tiro. [Es lícito objetar cómo yo conozco y puedo narrar ese pensamiento de Manuel hasta el final si antes de concluirlo ya le han pegado el tiro, pero supongo que lo que se piensa permanece unos segundos antes de extinguirse para que se complete un ciclo vital, para no cerrar la vida en falso, flota sobre el cuerpo y después se va; a eso algunos ingenuos le llaman, «alma»].

Meten el cuerpo en la parte trasera de un Land Rover. Lo suponen muerto, pero Manuel aún puede oírlos. El hombre, al que habíamos llamado B aunque después no he utilizado ese nombre y lo he llamado simplemente «hombre», enciende la radio del coche, en la emisora un político sigue pidiendo la liberación inmediata de Manuel, cambia de emisora, a Manuel le duele una vértebra, lo han tirado sobre el mango de una pala, también hay cubos llenos de cables eléctricos enrollados, posiblemente de más lámparas sin toma de tierra, piensa Manuel, y bidones de gasoil que se balancean en los baches, parece una pista forestal, también hay una guía telefónica tirada a su derecha, sin estrenar, aún empaquetada en su plástico transparente, imagina todos los anuncios publicitarios ahí concentrados. La mujer, a la que llamé A aunque no volví a utilizar ese nombre, se gira, lo mira directamente, en sus ojos Manuel ve pasar todas las mujeres bellas de la historia del cine, y hasta del cómic, ella le dice al hombre, «este imbécil está más que muerto». Tras unos minutos, frenan, bajan el cuerpo, lo tiran en una cuneta. Se alejan. El runrún del motor diesel desaparece, sólo hay niebla, niebla y el silencio del bosque con sus pequeños movimientos de ramas, pájaros, el agua de un río no muy lejano. Manuel Vilas piensa lo extraño que le resulta que en aquella guía telefónica nueva, tirada en la parte de atrás del Land Rover, probablemente aparezcan su nombre y el de ella, esa mujer a la que llamé A pero a la que casi siempre me referí como «mujer».

[Este texto está inspirado en un capítulo de la novela España, de Manuel Vilas, DVD, 2008]

LISTAS, GUÍAS
Muchas veces he pensado en las guías, en cuál es su naturaleza. En principio, una guía parece que es algo continuo, por ejemplo, una línea en el suelo que te indica un camino, o una carretera con su diferentes señales, o el sistema de venas y arterias a través de las cuales la sangre es guiada por los latidos, pero una guía telefónica más que una guía parece una lista. Podemos suponer que se la llama guía porque está guiada por un orden alfabético, o también porque te permite encontrar y llamar al número deseado: guía tu voz hacia un oído que no es el tuyo, y viceversa. Pero en sí, no me parece que la guía de teléfonos sea una guía, sino una “lista ordenada”.
Algo que distingue a las sociedades contemporáneas de otras de épocas pasadas, es que se han convertido en una gran lista. Podemos acceder a cualquier información sin pasar antes por un número demasiado grande de informaciones previas e innecesarias. Es otro resultado de la fragmentación y posterior ordenación de esa información disponible.

2 paradigmas

Pero no siempre esa información es posible ordenarla. Siguiendo una idea de Vicente Luis Mora, entonces surge el Spam, la basura informativa.
Mi idea es que la basura informativa, el Spam, no es basura en sí misma, sino que lo es porque no está colocada en el sitio adecuado, es un problema de contexto: no está ubicada en la lista adecuada; todo fragmento de basura posee su lugar natural en su correspondiente hábitat con una lógica interna determinada. Una monda de plátano en el parquet de tu casa es Spam, pero miles de mondas de plátano apiladas en una planta de reciclaje, son algo sumamente natural, incluso agradable. Lo mismo ocurre con la basura informativa.
Eso sí, al reubicar esa basura, al ponerla en su “lugar natural”, perderá su atractivo. Sufre un proceso de domesticación. Se civiliza, pierde no sólo atractivo, sino también capacidad para fragmentar discursos, para introducir nuevas semánticas en la cotidianidad.

Bien, ahora ya no sé qué tiene que ver todo esto con el relato anterior de los terroristas inspirado en el de Manuel Vilas. Ah sí, que la guía telefónica antes de ser guía era Spam, basura que después fue ordenada en forma de lista, y que aún así a veces surgen en ella fracturas, conexiones extrañas que rompen el todo proceso sistemático para el cual fue pensada esa lista. Eso es un misterio, sin más. Es la poesía.

PD: Respecto a la capacidad de las guías telefónicas para crear paranoias alternativas o metáforas aberrantes, me fascina esta obra Michael Morley, Los Ángeles Yellow Pages, en la que juega la idea de que el libro del que habla el Apocalipsis, el libro en el que se enuncian las obras hechas por los hombres y por las que serán juzgados, son las páginas amarillas de la ciudad de Los Angeles. El autor superpuso a la portada original de la guía, ocupada por una foto de la ciudad, un esquema de la falla de San Andrés

Apocalipsis

Imágenes encontradas en Google tecleando la palabra GUÍA:

aacdef

Imágenes encontradas en Google tecleando la palabra LISTA:

abcd

De entre estas imágenes de LISTA, la que me parece más interesante es la del leopardo. En efecto, podemos acceder a cualquier punto de su piel (el moteado negro) sin pasar antes por el resto de puntos. Es una lista perfecta.

Ahora bien, la parte «complementaria» de ese conjunto de puntos negros de la piel del leopardo (la parte de color rubio) sí se pueder recorrer sin saltos, como si fuera un camino, así que ese otro «universo» de su piel es una Guía, un camino. ¿Podríamos generalizar y afirmar que siempre que se existe una LISTA, existe también su conjunto complementario, que sería una GUíA? Supongo que sí.

Supongo que la sociedad contemporánea, que está estructurada claramente en forma de Lista, necesita de su complemento en forma de Guía para definirse, para existir. Es decir, toda sociedad contemporánea (llamémosle tardoposmoderna) necesita tener una sociedad complementaria moderna, o incluso pre-moderna, para poder existir.


16
Mar 08

KAFKA REGISTRADA

Estando en Londres se me dio por entrar en una librería. Se llama MAGMA. Dedicada a libros de diseño, y pijaditas muy interesantes. La ventaja de no hablar bien el inglés es que cuando vas te decidas a observar más que a hablar, así que observando y observando no tardé en detectar unos paquetes de tabaco a lo lejos, y como se me había terminado el Ducados, fui a por ellos. Al momento me di cuenta de que no eran cigarrillos, sino libros. Libros empaquetados como cigarrillos. Compré éste [del que adjunto las imágenes], sin saber muy bien si se trataba de una de esas bromas que se descubren cuando destapas una caja o si iba en serio. Un tipo me cobró, pagué, y ya en la calle me aparté un poco, medio metido en un portal, y lo abrí.
En efecto era la Metamorfosis. Me alejé.

Ya en la habitación del hotel, observé bien el engendro, una cuidada edición, anecdótica y simpática. Esquematizo

perfil

alzado

planta

cuando los cigarrillos se despertaron, comprobaron que se habían convertido en libro escala real

pero que ocultaba una monstruosidad, una vuelta de tuerca a lo kafkiano, algo que en las 3 ediciones que tengo por casa de ese libro no figura, me refiero a ese párrafo que he marcado en rojo en la fotografía adjunta:

el asunto

Well, I wonder, ¿cómo es posible que sea necesaria esa advertencia de que la obra es ficción y de que todo parecido con la realidad es mera coincidencia? ¿Es un eco de las miles de denuncias que reciben al día los médicos por asuntos nimios? ¿Es una inteligente vuelta de tuerca, un dadaísmo de baja intensidad?

¿O, simplemente, es para que el lector se sienta aún más solo?


16
Mar 08

KAFKA REGISTRADA

Estando en Londres se me dio por entrar en una librería. Se llama MAGMA. Dedicada a libros de diseño, y pijaditas muy interesantes. La ventaja de no hablar bien el inglés es que cuando vas te decidas a observar más que a hablar, así que observando y observando no tardé en detectar unos paquetes de tabaco a lo lejos, y como se me había terminado el Ducados, fui a por ellos. Al momento me di cuenta de que no eran cigarrillos, sino libros. Libros empaquetados como cigarrillos. Compré éste [del que adjunto las imágenes], sin saber muy bien si se trataba de una de esas bromas que se descubren cuando destapas una caja o si iba en serio. Un tipo me cobró, pagué, y ya en la calle me aparté un poco, medio metido en un portal, y lo abrí.
En efecto era la Metamorfosis. Me alejé.

Ya en la habitación del hotel, observé bien el engendro, una cuidada edición, anecdótica y simpática. Esquematizo

perfil

alzado

planta

cuando los cigarrillos se despertaron, comprobaron que se habían convertido en libro escala real

pero que ocultaba una monstruosidad, una vuelta de tuerca a lo kafkiano, algo que en las 3 ediciones que tengo por casa de ese libro no figura, me refiero a ese párrafo que he marcado en rojo en la fotografía adjunta:

el asunto

Well, I wonder, ¿cómo es posible que sea necesaria esa advertencia de que la obra es ficción y de que todo parecido con la realidad es mera coincidencia? ¿Es un eco de las miles de denuncias que reciben al día los médicos por asuntos nimios? ¿Es una inteligente vuelta de tuerca, un dadaísmo de baja intensidad?

¿O, simplemente, es para que el lector se sienta aún más solo?


10
Mar 08

Nueva entrada en blog de FNAC [y presentación en Barcelona]

He colgado en el blog de Club Cultura FNAC una nueva entrada:

«Las Líneas del Comecocos Son Alargadas»

http://www.clubcultura.com/diariode/1753/AgustínFernándezMallo.html

También se accede directamente pinchando en la columna de la derecha, en Favoritos, en ClubCultura.com

OTRA COSA: por si a alguien le interesara, este jueves, en FNAC Plaza Cataluña, Barcelona, presento el libro Nocilla Experience.

Presentan Pepe Ribas (director revista Ajoblanco), y Gabi Martinez (escritor y periodista). A las 7 y media de la tarde.


10
Mar 08

Nueva entrada en blog de FNAC [y presentación en Barcelona]

He colgado en el blog de Club Cultura FNAC una nueva entrada:

«Las Líneas del Comecocos Son Alargadas»

http://www.clubcultura.com/diariode/1753/AgustínFernándezMallo.html

También se accede directamente pinchando en la columna de la derecha, en Favoritos, en ClubCultura.com

OTRA COSA: por si a alguien le interesara, este jueves, en FNAC Plaza Cataluña, Barcelona, presento el libro Nocilla Experience.

Presentan Pepe Ribas (director revista Ajoblanco), y Gabi Martinez (escritor y periodista). A las 7 y media de la tarde.


28
Feb 08

El primer blog de la historia

Se detienen en un apeadero de la autopista, Julio Cortázar saca de la furgo una mesa plegable de playa, Carol Dunlop descorcha el vino, cortan el queso, descabezan anchoas y comen y beben mientras ven los coches pasar a escasos metros. «Mira ahí va un dragón», dice él cuando pasa un camión maderero. «Voy a sacarle una foto a esas papeleras de diseño escandinavo, parecen dos armaduras de la Edad Media», dice ella. Después Julio, con la Olivetti plantada entre los platos sucios y los vasos de vino semivacíos, teclea el resumen de la mañana. Carol duerme la siesta en el interior de la furgo. Ahora disimulan, hacen como que mean porque pasa un coche de policía.

El primer blog que recuerdo haber visto no fue sólo algo que tuviera ante mis ojos: también lo tuve entre mis manos. Me refiero a un libro de Cortázar, Los autonautas de la cosmopista. Cuaderno de bitácora de un viaje que en sí mismo es una performance: de París a Marsella por la autopista sin salir de ella durante un mes, mes en el Cortazar y Dunlop queman asfalto, duermen en la fugo Volkswagen, y comen en los apeaderos. Una expedición en toda regla que inaugura un género de viajes que me fascina, el de los viajes experimentales [que después exprimiría la guía Lonely Planet con su imprescindible Experimental Travel].

Mucho se ha escrito sobre los pioneros, sobre la épica de los territorios conquistados (Polo Norte, Far West, el «espacio exterior»), pero Cortazar y Dunlop lo que llevan a cabo es una auténtica conquista de un territorio postindustrial, una autopista. Hasta entonces nadie, -salvo tímidas acciones del los situacionistas y de los artistas aplicados al Land Art- había conseguido domar ese caballo de verdad, esa república autónoma que es una autopista, es decir, sudando la camiseta con riesgos añadidos: en Francia está prohibido transitar por una autopista más de 24 horas seguidas sin salir al menos una vez. Cosas de gabachos.

Recuerdo que releí ese libro hará 3 veranos. Me lo llevé a un viaje en coche de unos 3000 km por la Península y Portugal. Una mañana, estando en Cabo de Gata [donde, por cierto, vive ese genio llamado Corcobado] recibo una llamada. Es alguien de Radio 3, del programa La Ciudad Invisible, para decirme que al día siguiente, a las 4 de la tarde me llamarán para una entrevista a propósito de la publicación de mi libro de poemas Joan Fontaine Odisea [mi deconstrucción]. Al día siguiente me pillan las 3 de la tarde en una autopista de Huelva; no hay cobertura de móvil. Buscando algún punto de red me dedico a entrar y salir de la autopista, buscando hipotéticos pueblos que o estaban muy lejos o directamente no existían. Hasta que llego a un Área de Servicio. 38ºC a la sombra. Sólo hay cobertura en un punto que está al lado de la máquina «Aire y Agua», a pleno sol. Metido en el coche espero la llamada con las ventanillas cerradas [fuera, el viento y los coches añaden mucho ruido a la voz]. Me estoy asando, se retrasan. Al fin se enciende la pantalla del móvil, hablamos de poesía. Antes de despedirnos, como es costumbre en el programa, la presentadora me pide que diga una Ciudad Invisible, me quedo un momento pensando y respondo: «la Red de Autopistas del Estado». «¿Cómo?», pregunta. «Sí, puedes vivir en ellas sin salir jamás. Hay comida, camas, combustible, gente, compañía, incluso a veces cobertura de móvil».

Cuelgo, abro la puerta del coche de un golpe, que arrasa con el espejo del que está aparcado al lado. Me estoy deshidratando. En pie, apoyado en el capó, veo a lo lejos a un tipo con barba, figura delgada pero barriguda, gafas de pasta sobredimensionadas, que sale de la tienda Midas desbrozando con unas manos enormes el plástico de un Pantera Rosa. Se mete en una furgoneta Volkswagen. Arranca. Cuando pasa por delante de mí veo a una mujer sentada a su lado, y pienso: así es, en una autopista puedes vivir para siempre.

Imágenes encontradas en Google tecleando «Los autonautas de la cosmopista», corto y pego por cortar y pegar:

lacelia.wordpress.com/category/catalanidades/

www.easd-design.com/easd_xhtml/easd_01/easd_escuela_galerias_pro_ilus.html

Los Autonautas

http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=108174002

Imagen

http://desconvencida.blogspot.com/2006/10/un-ao.html

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http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2007/04/descarga-de-libros-completos.html

Imagen

arks.princeton.edu/ark:/88435/3r074t944


28
Feb 08

El primer blog de la historia

Se detienen en un apeadero de la autopista, Julio Cortázar saca de la furgo una mesa plegable de playa, Carol Dunlop descorcha el vino, cortan el queso, descabezan anchoas y comen y beben mientras ven los coches pasar a escasos metros. «Mira ahí va un dragón», dice él cuando pasa un camión maderero. «Voy a sacarle una foto a esas papeleras de diseño escandinavo, parecen dos armaduras de la Edad Media», dice ella. Después Julio, con la Olivetti plantada entre los platos sucios y los vasos de vino semivacíos, teclea el resumen de la mañana. Carol duerme la siesta en el interior de la furgo. Ahora disimulan, hacen como que mean porque pasa un coche de policía.

El primer blog que recuerdo haber visto no fue sólo algo que tuviera ante mis ojos: también lo tuve entre mis manos. Me refiero a un libro de Cortázar, Los autonautas de la cosmopista. Cuaderno de bitácora de un viaje que en sí mismo es una performance: de París a Marsella por la autopista sin salir de ella durante un mes, mes en el Cortazar y Dunlop queman asfalto, duermen en la fugo Volkswagen, y comen en los apeaderos. Una expedición en toda regla que inaugura un género de viajes que me fascina, el de los viajes experimentales [que después exprimiría la guía Lonely Planet con su imprescindible Experimental Travel].

Mucho se ha escrito sobre los pioneros, sobre la épica de los territorios conquistados (Polo Norte, Far West, el «espacio exterior»), pero Cortazar y Dunlop lo que llevan a cabo es una auténtica conquista de un territorio postindustrial, una autopista. Hasta entonces nadie, -salvo tímidas acciones del los situacionistas y de los artistas aplicados al Land Art- había conseguido domar ese caballo de verdad, esa república autónoma que es una autopista, es decir, sudando la camiseta con riesgos añadidos: en Francia está prohibido transitar por una autopista más de 24 horas seguidas sin salir al menos una vez. Cosas de gabachos.

Recuerdo que releí ese libro hará 3 veranos. Me lo llevé a un viaje en coche de unos 3000 km por la Península y Portugal. Una mañana, estando en Cabo de Gata [donde, por cierto, vive ese genio llamado Corcobado] recibo una llamada. Es alguien de Radio 3, del programa La Ciudad Invisible, para decirme que al día siguiente, a las 4 de la tarde me llamarán para una entrevista a propósito de la publicación de mi libro de poemas Joan Fontaine Odisea [mi deconstrucción]. Al día siguiente me pillan las 3 de la tarde en una autopista de Huelva; no hay cobertura de móvil. Buscando algún punto de red me dedico a entrar y salir de la autopista, buscando hipotéticos pueblos que o estaban muy lejos o directamente no existían. Hasta que llego a un Área de Servicio. 38ºC a la sombra. Sólo hay cobertura en un punto que está al lado de la máquina «Aire y Agua», a pleno sol. Metido en el coche espero la llamada con las ventanillas cerradas [fuera, el viento y los coches añaden mucho ruido a la voz]. Me estoy asando, se retrasan. Al fin se enciende la pantalla del móvil, hablamos de poesía. Antes de despedirnos, como es costumbre en el programa, la presentadora me pide que diga una Ciudad Invisible, me quedo un momento pensando y respondo: «la Red de Autopistas del Estado». «¿Cómo?», pregunta. «Sí, puedes vivir en ellas sin salir jamás. Hay comida, camas, combustible, gente, compañía, incluso a veces cobertura de móvil».

Cuelgo, abro la puerta del coche de un golpe, que arrasa con el espejo del que está aparcado al lado. Me estoy deshidratando. En pie, apoyado en el capó, veo a lo lejos a un tipo con barba, figura delgada pero barriguda, gafas de pasta sobredimensionadas, que sale de la tienda Midas desbrozando con unas manos enormes el plástico de un Pantera Rosa. Se mete en una furgoneta Volkswagen. Arranca. Cuando pasa por delante de mí veo a una mujer sentada a su lado, y pienso: así es, en una autopista puedes vivir para siempre.

Imágenes encontradas en Google tecleando «Los autonautas de la cosmopista», corto y pego por cortar y pegar:

lacelia.wordpress.com/category/catalanidades/

www.easd-design.com/easd_xhtml/easd_01/easd_escuela_galerias_pro_ilus.html

Los Autonautas

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