Mi primer contacto con John Berger, autor sin territorio propio ( @zendalibros )

Berger

He publicado en Zenda esta historia de cómo llegué a la literatura de Berger:

John Berger, sin territorio propio

 

Un comentario para “Mi primer contacto con John Berger, autor sin territorio propio ( @zendalibros )”

  1. Inma dice:

    Leyendo diversas entradas de tu blog veo que en las últimas entradas apenas hay comentarios, se cumple eso de que en internet todo el mundo habla pero nadie escucha.. Uno comparte abriéndose en canal, y la gente pasea mirando sin dejar el más mínimo rastro, este anonimato salvaje del lector que elige el silencio a pesar de que algo le llegue o interese me hace pensar en la soledad que nos acompaña cuando leemos, navegamos o caminamos solos bajo la lluvia.
    Cada uno tenemos nuestra visión de Berger, yo le descubrí hace pocos años, a través de un amigo -que dejó de serlo cuando se casó y su mujer (celosa hasta la enfermedad) le alejó encerrándole en un nuevo universo-. Era un fan fatal, hablaba de todo lo que leía de este escritor con auténtica pasión pero de un modo que parecía hacerle tan suyo que definitivamente le tomé manía y evité leer nada hasta que me obligó regalándome un ejemplar de “Con la Esperanza Entre Los Dientes”.
    Vivo en Madrid, no sé si en Chueca o Malasaña porque mi calle delimita ambos barrios, hace años desde la azotea veíamos el campanario de una iglesia, de color blanco, una estructura muy sencilla de un blanco reluciente que nos parecía el vestigio de una casa griega, encalada en medio del asfalto, nos parecía asquerosamente alegre.
    Cuando el flamante Colegio de Arquitectos levantó un edificio horrible destrozando la anterior construcción añadió una planta superior que ocultó a nuestra vista el pedazo blanco que observábamos de vez en cuando, así que Miguel -el fan fatal- exclamó un día bastante cabreado ..Joder, nos han quitado Malta.. y esa frase se quedó grabada en mi cabeza como un ejemplo de finitud, todo muda ante nuestros ojos constantemente y hemos de acostumbrarnos mudos, sumisos y resignados a esos insignificantes cambios que destrozan nuestra cómoda rutina.
    La Iglesia seguía estando en el mismo sitio, pero ya no existía porque no podíamos verla, se había convertido en un recuerdo, sustituido por una mole deleznable que alberga un gimnasio y una piscina para pijos decorada con plantas de plástico gigantes de aire tropical de dudoso gusto.
    Ese libro -sin haber tenido más contacto que a través de artículos o fragmentos de la literatura de Berger que venía evitando- me dejó una imagen de John como un hombre entrañable, lleno de humanidad, humildad y de una conciencia atroz, recuerdo que me hizo sentir solidaridad verdadera hacia las vivencias de los protagonistas a los que daba voz, con un lirismo y una delicadeza que me hizo olvidar las pedanterías de Miguel cuando hablaba de Berger y me obligó a entrar en su mundo, yo le identificaba únicamente con ensayo o crítica sobre Arte..
    Hoy leyéndote he pensado en aquella frase, nos han quitado Malta, en la rebeldía que permitimos apagarse en el pecho, porque nos hemos vueltos cobardes, y en esa época en la que ya sin vistas a una ensoñada Grecia me aferré a la rebeldía de otro, a través de su literatura, abrigándome en sus microcosmos que, como bien dices, desgranan en lo menudo cuerpos sin territorio propio, seguramente nuestras propias voces que, esclavas de lo absurdo, deambulan por las calles.

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