2 reseñas que faltaban de Carne de Píxel

1)

El poeta y traductor (entre otros de Ashbery o de John Giorno al español), Martín Rodríguez Gaona, publicó en Quimera una excelente crítica de Carne de Píxel que en su día se me pasó ponerla aquí porque estaba de viaje. Certeramente, habla del libro como un «poema secuencia», y como una imposible reconstrucción de una relación de pareja a través de píxeles, quizá en sí mismos desenfocados.

RECORDAR UN HECHO REAL DENTRO DE UN SUEÑO

Carne de Píxel (Agustín Fernández Mallo. DVD, 2008)

Martín Rodríguez-Gaona Quimera, Nº 296-297

Agustín Fernández Mallo ha convertido la amalgama de referentes de cultura popular y científicos en una marca de estilo. A pesar de que el lenguaje forjado es verdaderamente inusual en la tradición española, Carne de Píxel lo confirma fundamentalmente como un poeta lírico. El aspecto distintivo de dicho lirismo se origina en su planteamiento conceptual, el que le permite tratar la reflexión y la obsesión de forma oblicua, sin incidir en excesos expresivos o discursos desgastados, abriéndose a un diálogo con otros campos del conocimiento como la cosmología, la física o las artes.  En esta línea, el poema secuencia que conforma Carne de Píxel se centra en la irreductibilidad de toda experiencia a ser conservada, sea por la memoria o sus instrumentos tecnológicos.

Carne de Píxel tiene mucho de recorrido estático, de regodeo en formas artificiales creadas por acumulaciones y combinaciones  cromáticas: como en el motivo de los ocho pixelados en el que se apoya el libro, toda información proveniente del pasado estará viciada por haber sido sometida a una manipulación, a una búsqueda de sentido. Los fragmentos precariamente recuperados en sus páginas giran en torno a una pérdida amorosa, la cual es evocada a través de recuerdos inducidos. Esta función, curiosamente, se centra en trozos de papel higiénico extraídos de hoteles alguna vez frecuentados por la pareja, reproducidos y contemplados por medio de la imagen digital.

Es crucial que dicha introspección no parta de un retrato de los amantes, sino de un souvenir en apariencia inocuo, si no absurdo, el que cobrará posteriormente una dimensión simbólica. Desde un inicio, sin embargo, el tono de la voz poética nos sugiere que es imposible recuperar la plenitud, la imagen completa de algo píxel por píxel. Paradójicamente, al igual que en el mito platónico, el anhelo de totalidad deviene irrenunciable.

En efecto, la conciencia posmoderna de lo efímero y lo parcial, a la que el poeta apela en su propuesta por formación científica, no cura la melancolía: «Yo no sé si todo aquello sucedió, porque no sé si existe». Esa ausencia de paradigmas definidos, en la cotidianidad, se manifiesta en una sensibilidad cercana a lo kitsch: aunque la pareja haya alguna vez deseado perdurar o ser «glamour químicamente puro» como Leonard Cohen y Suzanne, no podrá evitar la caducidad del Replicante, el patrón postindustrial para las relaciones interpersonales. Por lo tanto, tampoco sorprende que citas culturales, viajes, teorías y amores sean sólo enumeraciones, experiencias acumulables y, en última instancia, vacías.

No obstante, dentro de las múltiples referencias, la apropiación de un artículo sobre los agujeros negros que el poeta intercala en la secuencia cumple una función distinta: «El tipo / de radiación que emite la materia / cuando cae». La contaminación semántica logra que ese relato de divulgación científica se transforme en una alegoría del libro: al igual que los agujeros negros que devoran la materia, los efectos físicos del amor sobre el tiempo son insondables para sus protagonistas, un reino a merced de la subjetividad y el misterio. Es decir, el amor es también la creación de un universo autónomo, con sus dimensiones colosales e ínfimas.

Esta convicción sin asidero de ningún tipo obliga a Fernández Mallo a emprender el elogio y la celebración de la intensidad, aunque ésta sea falsa o perecedera: «Fuiste la llama de mi razón alucinada». En uno de los pasajes clave de Carne de Píxel, el turista-narrador menciona una anécdota sobre la ciudad de Pompeya. Durante el rodaje de la película Viaje a Italia, Ingrid Bergman llora por el descubrimiento de la pareja fundida en un abrazo por la erupción del Etna: «Estéril muerte entre la lava; la que hoy los hace útiles, precisos». Pese a la dificultad de diferenciar la realidad de la representación, puede que la belleza oculta en un cuerpo, en un gesto o en texto otorgue, en ocasiones, un bálsamo simultáneamente fugaz y eterno.

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2)

Un lector de este blog, Adolfo Cueto, tuvo la amabilidad de ponerme sobre aviso de esta reseña de Carne de Píxel , aparecida en Poesía Digital y firmada por Enrique García-Máiquez. Me ha interesado mucho porque viene a complementar otras que han salido. En este caso el crítico hace hincapié, y creo que con buenos argumentos, en el ingrediente de poesía clásica que hay en el libro, y en un equilibrio entre lo clásico y la intención de ir más allá .

Materialirismo

Agustín Fernández Mallo, Carne de píxel, DVD, Barcelona, 2008.

No nos engañemos, la poesía de Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) es tan deudora de su propia poética [postpoética] como de la tradición [poética]. Eso, además de irremediable, es una buena señal.

Expliquémoslo con un ejemplo. Se sabe [y para los menos avisados lo avisa la contraportada] que Fernández Mallo es licenciado en Ciencias Físicas. Por eso nos parecen suyos los poemas en verso, en cursiva y sobre galaxias, agujeros negros y rayos X que se entreveran con los poemas en prosa de Carne de píxel. Al final, sin embargo, en «Créditos y agradecimientos» se nos informa que pertenecen a diferentes extractos del artículo Los agujeros Negros, Constructores Del Cosmos, originalmente en prosa, editado por el diario El País, el 2 de noviembre del 2005 y firmado por Mónica Salomé. Lo ilustrativo del experimento es que el final sorpresivo [¡No son poemas suyos [¡qué chulo!] son un artículo científico-periodístico de El País y de Mónica Salomé!] ha sido posible gracias a un procedimiento estrictamente poético: la verosimilitud que proyecta el yo lírico o la sombra de la biografía del autor y, más concretamente, de su susodicha licenciatura en Ciencias Físicas. Lo confiesa el propio poeta: «es cierto, había mucha noche, lluvia, una mujer, etc., pero en realidad únicamente hablo de mí, porque es lo único que tengo» (pág. 51).

El poemario consiste básicamente en la ampliación de esta fórmula: lo novedoso se sostiene sobre lo tradicional. Se cometen múltiples virguerías técnicas, yuxtaposiciones, ritmos obsesivos, collages, ironías varias, citas cibernéticas, estética de video-clip, desmitificación de la literatura, ambiente de road movie, realidad digitalizada, etc., y con un ritmo muy actual y ameno, tan postpoético como pop-poético, con un talento evidente, pero siempre con una tramoya lírica muy de toda la vida. Lo que Carne de píxel nos cuenta [a fin de cuentas] es un cancionero petrarquista: una historia de amor intenso con un desgraciado desenlace.

Por la famosa ley física de Maricastaña [o al menos de sus tiempos] quien mucho abarca poca aprieta; y Fernández Mallo, en su afán [loable] por escribir una poesía novísima ha renunciado a profundizar [o no le ha interesado, vaya] en los viejos sentimientos y en la belleza de su historia. Los ha puesto como cimiento de sus audaces construcciones. Su conclusión es un topos muy clásico: la vida es un proyecto para la memoria [en este caso, para los píxeles, porque la memoria en cuestión está digitalizada, pero memoria es, al fin y al cabo].

Los RAM de memoria, la física, la música actual, el cine y toda la pesca funcionan, más que nada, como metáfora, como reconoce el propio autor en su reseña a Acabado en diamante de Javier Moreno: «En particular, hay un uso de la física como metáfora pura, que es justo la idea que tengo yo de lo que es la poesía postpoética». Se ha cambiado el referente, pero el referido sigue siendo el mismo o muy parecido al de la poesía de todos los tiempos. [O viceversa, porque lo referido y el referente están -justo es reconocerlo- bastante centrifugados.]

Son varias las lecciones que podemos extraer de Carne de píxel. En primer lugar, que la modernidad produce sin pausa una terminología y unas realidades a las que los poetas deben estar atentos. Quizá no con esa atención magnética a lo Marinetti & Co. por el émbolo y la hélice, pero sí algo atentos. La recompensa, como puede comprobarse en este libro, es un sabor inconfundible a lo que pasa en la calle [o en la circunvalación o en el cibercafé o en el acelerador de partículas] que enriquece, sin duda, la poesía con un pulso muy de nuestro tiempo. Fernández Mallo por su formación académica, por su humor, por su curiosidad insaciable, por su sentido lúdico, por las horas que debe de echar leyendo revistas alternativas está especialmente preparado para abrir la puerta [o la pantalla] a todo esto, y vaya si lo hace. También ha encontrado un instrumento literario de máxima eficacia en su prosa entrecortada [por corchetes] y nerviosa como un zapping, pero a la vez emocionada y poética. Una muestra:

nos gustaba ver películas juntos, y llorar de risa en los finales cursis, nunca en los amargos, fingir que sabíamos lo suficiente de estética y vida como para distinguir lo bueno de lo malo. Al final no fue así, tú llorabas y llovía, y era francamente malo y amargo. Aprender a gestionar la fantasía de un solo golpe (pág. 59)

La segunda lección consiste en recordarnos que el alma humana no cambia tanto como los sistemas operativos. Los sentimientos de los que se ocupa la poesía [cosa cordial, recordó don Antonio Machado] son los que son. [También son inagotables, pero eso no lo aprendemos en Carne de píxel.]

La tercera lección. Conviene encontrar el equilibrio entre los recursos modernizantes y la tensión íntima del poemario -si no queremos reducir la poesía a algo así como a una expo electrónica de la escritura-. El desequilibrio no es un peligro exclusivo de esta estética, por supuesto. También el fervor por la imagen y por la metáfora o, en otros casos, por la ironía o por los juegos de palabras puede acabar limitando o incluso dando al traste con la poesía de un poemario. Si lo subrayamos hablando de Carne de píxel es porque Agustín Fernández Mallo fuerza indudablemente la mano y porque, sin embargo, es capaz de no ahogar del todo a la poesía. El gran mérito, por tanto, de este libro no consiste en su burbujeante catálogo de novedades, como se creerán muchos, sino en ese inesperado equilibrio entre una historia de siempre [quizá un poco simple] y la manera compleja de contarla.

Y más allá, no sólo por el equilibrio en sí, sino porque éste deviene significativo. Fernández Mallo consigue poetizar los abismos metafísicos a las que se asoma la física actual, que trasciende -sin abandonarlo- su propio materialismo. La física se hace estética; el materialismo, materialirismo. Véase en estas citas:

Fuiste toda la carne que unas manos pueden llegar a abarcar [y, sin embargo, un segundo, un rayo indefinido, un salto cuántico]. (pág. 28)
*
Hay en el píxel una metafísica. (pág. 41)
*
Esa circutería entre metafísica y física que fue tu cuerpo en mi abrazo (pág. 53)
*
el misterio más profundo está en la materia. (pág. 61)
*
[Esto me recuerda a otra cosa pero no sé a qué] (pág. 56)

Enrique García-Máiquez

11 comentarios para “2 reseñas que faltaban de Carne de Píxel”

  1. Quiman dice:

    ¿Incapié?
    ya tenía yo mis reservas sobre su obra, pero después de leer tal burrada me reafirmo en que no leeré nunca a un analfabeto.

  2. Dr Gol dice:

    Mientras la ciencia a descubrir no alcance Las fuentes de la vida, Y en el mar o en el cielo haya un abismo Que al cálculo resista… 🙂

  3. agustín dice:

    Ja, ja, qué bueno, Quiman, y más faltas que verás. Esta noche no duermo de la pena. Traqui, hombre, que ya lo he cambiado. Algún día contaré una anécdota muy ilustrativa sobre ese tipo de pensamiento que traduces. Gracias por tu comentario.

    Un saludo, Dr. Gol (qué buen nombre te has puesto)

  4. Susana dice:

    ¿Agustin Fernandez Mallo? Estoy haciendo un trabajo sobre su obra Nocilla Dream y me gustaría descifrar el por qué de ese título… ¿Podría echarme una mano?

  5. agustín dice:

    Hola Susana, gracias por tu interés. Lo del título viene explicado en Nocilla Dream, si miras al final, en los créditos.
    Un saludo.

  6. El pequeño Lebowski dice:

    Si que debe ser un trabajo profundo, tanto que no hace "incapié" en las viejas canciones de Siniestro.
    Hoy me ha enviado una amiga información sobre la que vas a montar en Murcia, ¿la hamaca la llevamos de casa?

    Ayer leí una entrevista muy interesante de alguien que nos conecta, Bob Dylan, por ser dios mío y personaje tuyo, "me siento más en casa en los aparcamientos vacíos", eso lo has escrito tú, confiesa.

  7. Inpuro dice:

    he leído las 2 críticas y me han entrado ganas de releer carne de píxel. es, quizá, la obra que menos me ha fascinado (probablemente hice una lectura muy rápida), aunque no me defraudó para nada.
    aún recuerdo el hallazgo, la sorpresa y la fascinación que me supuso leer en una antología sobre el poema en prosa, titulada "campo abierto", unos textos seleccionados de un tal agustín fernández mallo. pues bien, de todos los antologados, este tal mallo escribía de manera muy extraña. tenía el tío un estilo marciano, por decirlo de alguna forma, bastante personal e impactante. era una poesía extraña, por distinta, que llegaba más, mucho más (al menos a mí) que los otros poetas antologados (grandes poetas todos ellos). ¿y eso? pues había algo muy inteligente en todo ello, muy lúcido y lúdico, y muy irreverente; una fusión entre algo transcendente, metafísico, científico y de "alta cultura"(referencias a popes de la literatura como borges y juan benet, apropiacionismo re-elaborado) y, por otro lado, una "baja cultura" o "cultura pop" que producía un "cortocircuito" muy poético. y había otra cosa que creo verdaderamente importante: el tal mallo "no resultaba pedante ni intelectualoide coñazo" como les pasa a tantos poetas y escritores y como luego les está pasando a los epígonos de mallo. en fin, se notaba que estabas ante un poeta con un proyecto definido, con una perspectiva clara de lo que estaba haciendo. aún quedaba por salir "nocilla dream". ese boom mediático y literario que supuso y está suponiendo la total consagración de mallo (bien merecida, hay que recalcarlo, ya que estamos en un país de envidias cainitas).
    pero a lo que voy. mucho antes de las nocillas estaba creta y joan fontaine (y ese 1er poemario, autopublicado, con el mejor título de la poesía española del s. xx1: "yo siempre regreso…"). el que haya leído esos poemarios sabrá que mallo es de la raza de los escritores de una sola obra (sobran ejemplos y no citaré ninguno). sus nocillas no se diferencian de sus poemarios y estoy convencido de que su ensayo, a punto de editarse, tampoco. se ve que a todas esas obras les anima el mismo pulso poético. para mí son potencialmente poesía, aunque su forma se actualice en el ensayo, la novela o lo que sea. es decir, el género, para mallo, no parece configurar el contenido. por otro lado, no se encontrará en sus nocillas ni en sus poemarios un "sedentarismo", sino que hay permanentemente un "desplazamiento". dicho de manera metafóricamente y sin alargarme +. si te pones a leer a mallo te sucede como a uno de sus personajes memorables, que te comes la última caja de krispis con la fecha en que te dejó tu novia y sales a correr y ya no paras (quizá más tarde te des cuenta de que corres en círculos, quién sabe). pues eso. a correr, carallo!

  8. agustín dice:

    Hola Inpuro, bueno, me dejas sin palabras. Sólo puedo decir que gracias. (En efecto, todas las obras son la misma obra).
    "Campo Abierto, antología del poema en prosa en España" (edit DVD) , qué gran libro. Ahí descubrí yo también a poetas que no conocía. Me parece una de las antologías más interesantes de la década que vamos a dejar. Y, evidentemente, no lo digo porque salga yo en ella, sino por la cantidad de poetas, muchos desconocidos, y francamente impresionantes que me dio a conocer. Gracias por recordarnos ese libro. Un abrazo.

    Hola, pequeño Lebowski, ¿Bob Dylan sale en un libro mío? No lo recuerdo. Un saludo!

  9. El pequeño Lebowski dice:

    No sale, pero podría hacerlo, tengo la sospecha de que lo inventaste tú.

    Te confieso que estoy haciendo contigo lo que Raúl del Pozo con Ruano "copiar hasta la forma de escupir", claro que como copia también a Reig, Montero Glez y otros, no se notará tanto.
    Bueno dejo de aburrir, estoy muy interesado en lo del día 25 en Murcia.

    Un saludo.

  10. agustín dice:

    Hola, pequeño Lebowski, ja, ja, lo cierto es que copiar conscientemente nunca ha sido una buena receta.Creo. Pero sabe Dios.
    La frase "me siento más en casa en los aparcamientos vacíos" es buenísima. Gran Dylan. Se la voy a copiar.
    Saludos

  11. Inpuro dice:

    ohayô gozaimasu. sí, "campo abierto" es una gran antología. con carlos jiménez arribas (uno de los antólogos) compartí alguna que otra charla sobre el poema en prosa. carlos es un verdadero experto sobre el tema.
    kiwotsukete!

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